Rachel Valdés, novia de Alejandro Sanz, ejerce de estrella en ARCO con su primera exposición

A caballo entre Barcelona, La Habana y Nueva York, la actual parejade Alejandro Sanz, Rachel Valdés, se encuentra en la capital española para participar en la Feria Internacional de Arte contemporáneo, ARCO. Para su primera vez en España, la escultora cubana ha contado con el apoyo de la empresaria Nuria March y el exministro José María Michavila, gran amigo del intérprete de No es lo mismo, quienes la han acompañado en su recorrido por Ifema, esta mañana, a falta de su pareja, quien se encuentra de gira por Chile. Consciente de la expectación que genera por su relación con Sanz, la cubana ha elegido un outfit bastante discreto pero muy elegante para la ocasión. Pantalón y abrigo negros, camisa blanca y zapatillas.

La amistad de Michavila con Alejandro Sanz, quien fue uno de los asistentes a la boda de la hija del exministro, en octubre de 2019, se remonta a principios de los 90 cuando, tras coincidir en un curso de inglés, gestionó un asunto profesional del artista, según informaba El País. Conocido en el gremio como el abogado de los famosos, Michavila cuenta en su cartera de clientes con Shakira, a quien —por cierto— le presentó el cantante y también ha trabajado con Pablo Alborán.

Graduada de la Academia San Alejandro en 2010, Valdés crea estructuras y piezas que buscan representar elementos universales con detalles existencialistas y muy modernos. La última obra que habría presentado, Inmersión, fue protagonista en la XIII Bienal de Arte de La Habana. Sus obras en dos y tres dimensiones se caracterizan por ser instalaciones en gran tamaño, como se puede ver en su cuenta de Instagram.

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Que los gustos e intereses de Alejandro Sanz son tan variados como dispares no es un secreto ni mucho menos. Y no, no hablamos solo de su afición a plantar pimientos y tomates. De todos es bien sabido que el cantante es un gran apasionado del arte —más allá de la música—. “He pintado y volveré a pintar —compartía con Vanity Fair hace unos años—. Pero no lo puedo compaginar con la música; me quita mucho tiempo. Tengo cuadros de Guinovart, Tàpies… Pero no lo hago como inversión. Si compro una obra es porque me gusta”. Parece que la vena artística es uno de los denominadores comunes que ha unido a la pareja.

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