A diferencia del resto de su girl gang, entre las que se encuentran Kendall Jenner o Bella Hadid, Hailey Baldwin siempre ha sido discreta. Como ellas, la celebridad también nació en el seno de una familia exitosa: su padre es el actor Stephen Baldwin y su tío, Alec Baldwin. Pero su carácter más introspectivo siempre la ha mantenido en segundo plano, incluso cuando jugaba de pequeña con Miley Cyrus; entonces, la cantante de Malibú le hacía una suerte de bullying a su amiga.
"Tenía que hacerlo, ¿sabes? Te hizo más fuerte”, se excusó Cyrus. “Ahora puedes lidiar con los trolls y toda la mierda. Porque yo era un troll”. Por suerte, la modelo confirmó poco después sus palabras. “Miley era un troll increíble. ¡Me preparó para todo esto!”.
En cualquier caso, desde que empezó a salir con su actual marido, Justin Bieber, también ha proyectado un perfil bajo, dentro de lo posible. Algo muy distinto ocurre en el ámbito profesional, en donde ha conseguido una proyección internacional, como se puede comprobar en el número de marzo de Vogue España, protagonizado por ella.
Pero que no resulte estridente no implica que no tenga claras sus convicciones. Y como muchas veces ocurre entre millennials, fijarse en los tatuajes que se esconden en distintos lugares de su cuerpo, nos ayudan a entender mejor cómo es su personalidad y qué cosas le preocupan.
A pesar de que muchos son visibles y son meramente decorativos, el más importante (y el primero) pasa más desapercibido. Es una fecha con números romanos: el 10 de junio de 1990. “Tengo la fecha de la boda de mis padres tatuada”, le contó la modelo a PopSugar. “Fue el primer tatuaje que me hice, y el que más valor sentimental tiene para mí”.
Aun así, Baldwin quiere más tatuajes. “Ahora mismo, estoy dejando el espacio libre para hacerme algo que tenga que ver con mis hijos en el futuro”, zanjó.
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