Muchas veces pensamos que deberíamos hacer un parón, pero nunca encontramos el momento. Renée Zellgewer lo hizo y desapareció de Hollywood entre 2010 y 2016. Dos años antes había conseguido su primer Oscar por Cold Mountain, pero el éxito profesional ya no le compensaba. Vivía de cara a la galería y cada vez estaba más deprimida. “Ya no podía mirarme más ni escucharme más. Sentí la necesidad de entrar en una especie de silencio para escuchar mejor a los demás y comprender mejor la vida”, declaró a la revista Closer.
En aquel tiempo acudió a un psicólogo que le hizo ver que dedicaba el 99% de su tiempo a su vida pública y que por el camino había dejado muchas cosas: ya no cuidaba sus relaciones ni de sí misma. Así que cortó por lo sano, pese a que muchos le dijeron que era una locura, porque el público se olvidaría de ella. Pero su segundo Oscar por su interpretación en Judy le ha servido para callar aquellas bocas.
“Dejando Hollywood, me hice más fuerte. Aprendí mucho de esta experiencia y me permitió volver a Hollywood con otro estado de ánimo”, asegura la actriz. Y esa fortaleza es la que le sirvió para resistir los ataques que ha recibido por su nuevo look, que para sus detractores tiene que ver con un abuso del bisturí.
“Estoy contenta de parecer diferente, porque estoy viviendo una vida mucho más feliz y posiblemente esto posibilita que se vea que estoy sana”, se limitó a responder Renée que desde entonces ha denunciado en más de una ocasión el trato sexista que reciben las actrices.
A los 50 años, la actriz ha conseguido darle un nuevo empuje a su ya exitosa carrera. Y ha demostrado que no pasa nada por parar cuando el cuerpo y la mente te lo piden.
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