Aunque es en nuestra alimentación donde predominan estos tipos de alimentos, fue en realidad en Japón donde nació este concepto. Allí se inició un proyecto a principios de los 80 para analizar qué alimentos pueden tener “usos específicos de la salud”: los llamados ‘FOSHU’ (Food for Specified Health Uses). Algo que en nuestro país conocemos bajo el nombre de alimentos funcionales, ¿pero qué son exactamente?
Se trata de aquellos que, gracias a sus nutrientes y compuestos biológicos, tienen un efecto positivo sobre nuestro organismo, pueden mejorar nuestra salud o reducir el riesgo de padecer ciertas enfermedades. Pero además de cumplir con este requisito para poder ser llamados “alimentos funcionales”, también deben presentarse enteros. Es decir, no valen los suplementos en forma de píldoras o polvos, como erróneamente solemos pensar y por lo que expertos en nutrición se han quejado.
Alimentos funcionales: qué son, qué beneficios tienen y dónde encontrarlos
No solo podemos considerar alimentos funcionales aquellos que, en su estado natural, aportan nutrientes valiosos. También (y especialmente) lo son aquellos que han sido modificados añadiéndoles algún componente que cumple una función específica de cara a mejorar nuestra salud. En esta última categoría entrarían aquellos enriquecidos: la leche con calcio, vitamina D o ácidos grasos omega-3 sería un buen ejemplo.
El principal beneficio de todos ellos sería el de aportar a nuestro organismo nutrientes que cumplan funciones vitales, como los que ayudan a contribuir al crecimiento y el desarrollo (las leches enriquecidas para bebés), a combatir el daño oxidativo (aquellos ricos en antioxidantes) o a mejorar la salud cardiovascular o ciertas funciones de nuestro cuerpo.
Según la Guía de Alimentos Funcionales de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD), estos son algunos de los alimentos funcionales que encontramos en nuestro país:
– Leches enriquecidas e infantiles
– Yogures enriquecidos
– Leches fermentadas
– Zumos enriquecidos
– Cereales fortificados
– Sal yodada
– Margarinas enriquecidas
“Los alimentos funcionales pueden formar parte de la dieta de cualquier persona”, apuntan desde la Federación. “Pero además, están especialmente indicados en aquellos grupos de población con necesidades nutricionales especiales (embarazadas y niños), intolerancias a determinados alimentos, colectivos con riesgos de determinadas enfermedades (cardiovasculares, gastrointestinales, osteoporosis, diabetes, etc.) y personas mayores”.
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