Josep Lluís Trapero lleva con Sonia Jiménez media vida, pero apenas se la ha visto en público y no se espera que hoy acuda con ella a la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares donde empieza el juicio a la cúpula de los Mossos d’Esquadra. Trapero, que era entonces el máximo mando del cuerpo, está acusado de rebelión por haber permitido la celebración del referéndum del 1 de octubre en Cataluña y se enfrenta a 24 sesiones durante los meses de enero, febrero y marzo.
Aunque nació en Santa Coloma de Gramanet, un barrio popular colindante con Barcelona, Trapero vive desde hace años en una casa en Sant Cugat del Vallés, uno de los municipios catalanes con mayor renta per cápita, con su mujer y su hija que aún no tiene un año y que la pareja tuvo cuando él ya contaba con 54 años y ella 43.
La historia de Trapero es la de un ascenso construido poco a poco y una caída instantánea. Como major de los Mossos, fue el encargado de organizar la operación para capturar a los terroristas que el verano de 2017 acabaron con la vida de 16 personas e hirieron a 120 en la Rambla de Barelona. Entonces, el diario alemán Süddeutsche Zeitung lo proclamó “el héroe de España”, una frase y una reverencia que también le dedicaron medios españoles.
Hasta llegar ahí, Trapero, hijo de un taxista de Valladolid, empezó estudios de Biología y entró en la academia de los Mossos en 1990. Ya ejerciendo como policía se licenció en Derecho estudiando a distancia en 2006 y en 2008 ya era jefe de la División de Investigación Criminal de los Mossos. Durante 2013 llegó a comisario en jefe del cuerpo y cuatro años después, se enfrentó a los atentados de Barcelona. A pesar del reconocimiento que recibió, también en ese momento hubo cierta polémica cuando se publicó que los mossos habran recibido avisos de posibles ataques terroristas a los que no habían atendido.
Pero su mayor problema profesional llegó con la celebración del referéndum ilegal que el Govern de Carles Puigdemont planeó para el 1 de octubre de 2017, cuando Trapero fue cesado en aplicación del artículo 155 de la Constitución. El tránsito de héroe a traidor fue cuestión de días y no ayudó el hecho de que la periodista Pilar Rahola colgara una foto en sus redes donde se le veía en una fiesta en su casa de Cadaqués donde estaban también Puigdemont o Joan Laporta y otras pesronas vinculadas o afectas al procés. Salía también en un vídeo tocando la guitarra y entonando Paraules d’amor de Joan Manuel Serrat, de quien es seguidor. Son las únicas imágenes en las que ha podido verse a Sonia Jiménez, con quien Trapero ha pasado unos meses complicados preparando su defensa, que también ha dedicado a pasear por la naturaleza –una de sus grandes pasiones– y en los que parece que ha vuelto a fumar, después de años sin hacerlo.
Como apuntan algunos medios, el ex major de los mossos tiene una buena relación con Dolores Delgado, la ex ministra de Justicia que Pedro Sánchez ha postulado a Fiscal General del Estado. No se sabe hasta qué punto cambiaría eso el criterio de la fiscalía, que pide para Trapero 11 años de cárcel acusado de rebelión. La sentencia a los líderes del procés, incluido el que fue su jefe al frente de la conselleria de Interior, Quim Forn no augura bien para él, aunque ha basado parte de su defensa en el argumento de que recibía órdenes. Lo dejó claro cuando declaró en el juicio del procés, donde acudió como testigo: "Les instamos [a los políticos] al cumplimiento de la legalidad, les dijimos que el cuerpo de Mossos no iba a quebrar nunca con la legalidad. (…) También les dijimos que fueran conscientes de que estábamos notificados personalmente por el Tribunal Constitucional".
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