Hace sesenta y seis años, Jacqueline Bouvier avanzó por el pasillo de una iglesia de Newport, en Rhode Island, luciendo un maravilloso vestido de tafetán de seda en color marfil para contraer matrimonio con su apuesto prometido, el senador John F. Kennedy.
El vestido de escote barco, con su voluminosa falda, ha pasado a formar parte de la historia de la moda como uno de los looks de novia más icónicos de todos los tiempos, con otros como el elegante vestido de Grace Kelly y el diseño de Alexander McQueen que llevó Kate Middleton. El vestido de Jackie fue diseñado por Ann Lowe, una costurera afroamericana poco conocida que fue considerada «una adelantada a su tiempo, alguien extremadamente talentosa«, tal y como ha explicado a ELLE.com Audrey Smaltz, colaboradora de moda de la legendaria revista Ebony.
Lowe –que abrió la puerta a los diseñadores independientes de todos los credos y colores especializados en ropa formal– no tuvo un camino fácil para convertirse en una de las modistas más solicitadas. Se enfrentó a una constante discriminación por su raza mientras trabajaba para las familias que formaban parte de la élite de la sociedad, como los Pont, los Roosevelt, los Rockefeller y, por supuesto, los Kennedy.
Lowe nació en Clayton, Alabama, en 1898, y la moda ya formaba parte de su ADN. Su abuela, Georgia Cole, confeccionaba ropa para la dueña de su plantación antes de ser liberada en 1860, y su madre, Jane Lowe, se especializó en la realización de bordados. A Lowe le encantaba crear adornos con flores de tela, que luego se convertirían en su especialidad. «Aprendió de ellas», explica Nancy Davis, conservadora emérita del Museo Nacional de Historia Estadounidense. «Ella era realmente talentosa, formaba parte de este linaje de costureras».
Juntas, las tres generaciones de mujeres fundaron su propia compañía textil en Montgomery. Cuando su madre murió repentinamente en 1914 y ella solo tenía 16 años, cogió el testigo de todos sus encargos, incluido uno de la primera dama de Alabama. Pronto se corrió la voz sobre su habilidad con el hilo y la aguja y, tres años más tarde, fue aceptada en la New York’s S.T. Taylor Design School. Tenía un espacio de trabajo separado de sus compañeros de clase blancos pero a menudo era puesta como ejemplo por su capacidad para crear prendas perfectamente cosidas. Después de graduarse, Lowe abrió su propia tienda, en Harlem, y comenzó a atender a la élite social de Manhattan. Cobraba muy poco por sus exquisitos diseños y pronto se hizo conocida como «el secreto mejor guardado» de la Gran Manzana.
«Amo mi ropa y soy exigente sobre quién la usa», dijo Lowe en una ocasión a Ebony. «No estoy interesada en coser para gente que solo buscar escalar socialmente».
Lowe entabló relación con Janet Lee Bouvier, quien le encargó que creara el traje de novia de su hija Jackie y todos los vestidos de fiesta de la boda. «Ann ya había diseñado otros vestidos para Jackie y otros miembros de la familia Auchincloss-Bouvier, por lo que conocía sus gustos y sabía qué le sentaba bien a cada una», relata Julia Faye Smith, autora de la biografía sobre Ann Lowe Something to Prove, a ELLE.com.»Cuando llegó el momento de la boda, su madre tenía ideas definidas sobre cómo quería que fuera el vestido de su hija. Un traje voluminoso y elegante, como de cuento de hadas. Quizás nunca sepamos qué es lo que Jackie realmente quería y si le gustó el resultado tanto como al resto del mundo».
Inspirada por una reciente visita a París, la novia quería algo sencillo y de estilo francés para su gran día pero el patriarca de los Kennedy no estaba de acuerdo. El padre de John, Joe Kennedy, se encargó de dar el aprobado final al diseño.
«Sin embargo a Ann le gustaba complacer a sus clientes y sé que habría querido que la novia fuera feliz con su vestido», dice Smith. «Ann dijo que había consultado con la novia distintos aspectos del vestido y de los colores del resto de trajes de fiesta de la boda, por lo que Jackie probablemente tuvo algo que decir sobre su propio vestido».
Durante dos meses, Lowe y su equipo de costureras, diseñadores y asistentes estuvieron trabajando horas extra para cortar y coser cada pieza, cada adorno y cada detalle del vestido, para el que se emplearon cuarenta y cinco metros de tafetán de seda. Pero solo diez días antes de la boda, ocurrió un desastre: hubo una avería en el estudio y el agua estropeó los vestidos de las damas de honor y de la novia.
«Ann conocía la exigencia de la alta sociedad y sabía que el encargo de los trajes para la novia y su familia tenían que estar terminados para ese día o perdería su posición como diseñadora secreta de la alta sociedad y muy probablemente todo su negocio», explica Smith. «Limpiándose las lágrimas y tirando de coraje, Ann compró más metros de esas exquisitas telas, contrató apoyo adicional para ayudar a su personal y todos trabajaron día y noche para completar la tarea».
Lowe, que esperaba ganar 630 euros por su trabajo en la boda de los Kennedy, terminó perdiendo 1.800 euros, pero nunca le contó ni a la novia ni a la madre aquel incidente.
Cuando Lowe llegó a Newport para entregar personalmente los vestidos, un miembro del personal le dijo que entrara por una puerta destinada al servicio que estaba en la parte trasera, según el Museo Smithsonian. Según los informes, ella respondió: «Me llevaré los vestidos» si tenía que usar la puerta de atrás, y entró directamente.
La lujosa boda fue recogida por todos los periódicos del país y todo el mundo quería saber quién había diseñado el vestido. Sin embargo, cuando se le preguntó, Jackie dijo «lo hizo una modista de color«.
«Años después, Ann escribió a la señora Kennedy exponiéndole sus puntos de vista y cómo se sintió menospreciada. En cuestión de días, la secretaria de la señora Kennedy llamó a Ann y le dijo que Jackie no había visto el texto final antes de su publicación y no sabía que se referían a Ann tal y como estaba escrito en el artículo», explica Smith. «La Casa Blanca buscó retractarse pero la publicación nunca lo hizo. Aún así, Ann no sintió rencor hacia los Kennedy».
Lowe y la futura Primera Dama desarrollaron una relación de trabajo basada «en el respeto y la confianza mutua», añade Smith. «Estoy segura de que Jackie debe haber respetado el talento y la habilidad de Ann y probablemente haberla tratado con respeto y con ese respeto le habrá correspondido Lowe».
Cuando Lowe comenzó a perder la vista y su negocio empezó a ir mal por el impago de impuestos, un benefactor anónimo intervino para ayudar económicamente. «Ann siempre sintió que era la señora Kennedy, y me gusta pensar que fue así porque se enteró del desastre del vestido de novia y de la integridad de Ann para solventar la situación», cuenta Smith.
Cuando la legendaria costurera murió a los 82 años, era relativamente desconocida. Su negocio había fracasado sin remedio después de que los vestidos de cuento de hadas con flores y volantes pasaran de moda. Y su mayor reclamo para ser famosa, el vestido de novia de Jackie, fue prácticamente olvidado para siempre.
Ahora Lowe está en el centro de todas las miradas por un tuit viral de un estudiante de marketing de 19 años. Keshaun Connor, quien tuitea bajo el nombre de @thatssokeshaun, explica a ELLE.com que publicó un hilo sobre la vida de Lowe después de visitar una exposición sobre ella en El Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana de Washington.
Su tuit ha recibido más de 32.000 Me Gusta y ha obtenido respuestas como la de @Lala_toonice, «¡He estado diciendo esto durante años! Ella fue literalmente una de las primeras diseñadoras de moda negra conocida y sus diseños eran hermosos. Tenía una personalidad increíble. Se merecía mucho más de lo que recibió entonces».
«Tenemos que recordar a Ann como una mujer que, enfrentándose a grandes adversidades, perseveró en su objetivo», dice Smith. «Ella sabía de lo que era capaz de hacer, y trabajó durante toda su vida para lograrlo. Demostró que un diseñador de cualquier raza se podía convertir en el mejor».
Vía: ELLE US
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