No es raro escuchar que las tendencias son cíclicas. Pero esto no solo se refiere al mundo de la moda, sino también al de la belleza. Una prueba de ello es que maquillajes y peinados excéntricos que quedaron enterrados como cosa del pasado y solo sobrevivían en álbumes de polaroids ahora resurgen de sus cenizas. Este ha sido el caso del mullet o ese peinado también conocido comúnmente como «greñas».
Hablamos de ese corte de pelo corto por delante y largo por detrás del que Bowie fue pionero y que luego defendieron también Mick Jagger, Mel Gibson, Paul McCartney e incluso Tina Turner. Porque si algo tiene el mullet es que no tiene género, solo una especie de alma heredada del punk y un carácter rebelde que confiere a quien lo lleva. Así, a finales de los 70′ con Bowie y en plena década de los 80′, el mullet conocía su época dorada. Era arriesgado, sí, y no era apto para todos ni todos se atrevían con él, pero también era tendencia. Aunque esta etiqueta tampoco le duró mucho. El peinado ochentero por excelencia pasó de ser un sello de estilo aunque difícil de llevar a cruzar esa delgada línea que siempre lo había separado de lo hortera y limitando su significado a las greñas, incluso con la connotación de un peinado desaliñado y macarra.
En definitiva, el mullet pasó a mejor vida. Hasta ahora, que ha vuelto y parece que para quedarse, como ya se avisaba en 2019. Y lo ha hecho elevado a su máxima expresión y de la mano de las más vip del momento. Las primeras en recuperarlo fueron Zendaya y Úrsula Corberó, quien ha seguido manteniéndose fiel a la tendencia.
Pero la actriz le daba su propio estilo, haciendo de la parte más corta un pixie con flequillo XS. Y es que, el mullet ya no solo tiene una forma, sino que se construye en versiones más o menos largas, desfiladas marcando el peinado en las melenas lisas, con flequillos rectos… Aunque también hay quien apuesta por el peinado como lo llevaban los más punk, como Miley Cyrus, quien ha resucitado también el peinado que llevó su padre hace años.
Eso sí, llevarla capeada es la máxima, haciendo que la parte de arriba sea mucho más densa y que la parte que es de melena en sí esté hecha solo por unos cuantos mechones de diferentes largos.
Al haber en su nueva oleada más libertad en la tendencia, esta se adapta ahora a todos los gustos y ya se sea más o menos atrevida, pues se puede llevar de forma más discreta con el pelo más corto, con el pelo rizado como también se proponía en los 80′ o evitando las capas dramáticas.
Además, aunque por norma general, para conseguir el mullet habrá que pasar por la peluquería, tampoco será necesario cortar la melena y sacrificarla por el peinado. Esta tendencia se puede conseguir fijando el lateral del cabello con laca o gomina a los lados o como una cresta, consiguiendo un efecto muy similar.
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