Materia oscura: así se declina el ahumado moderno
Siempre se le puede dar la vuelta a un clásico. Lo hacían los literatos de la Antigüedad con los grandes arquetipos y lo repite Instagram con el gran paradigma beauty de la mirada, el ubicuo smoky. Ya sea trasponiendo la paleta de color para dar rojo donde antes mandaba el negro o elevando la apuesta hasta el infinito con desenfreno de glitter y cromados. La fuerza de este ahumado que nos mira desde la página contigua reside en todo lo contrario: en la intensidad consciente de su oscuridad y en su huida sutil de los excesos cromáticos.
El maquillador Iván Gómez, portavoz de Chanel y artífice de los looks más envidiados de María Pedraza y Úrsula Corberó, nos explica cómo se consigue. «A mí me gusta empezar creando una prebase de color con un kohl negro, mediante unos puntos de lápiz que luego difumino con el dedo. A partir de ahí, trabajo por encima la sombra más oscura. Y lo hago siguiendo la línea de las pestañas, mediante toques con el aplicador. En la zona de transición con el párpado fijo aplico un marrón menos oscuro que se funde con la piel». La línea bajo las cejas la libera con el toque de luz que aporta una sombra marfil, «que funciona como iluminador si se aplica en el hueso y en lagrimal», concluye.
Arco de triunfo
«La ceja se empieza a trabajar siempre por la cola». Es la gran aportación de Mark Regan, maquillador de Hourglass. Y tiene más ases en la manga: «Para rellenar con precisión, dibuja trazos finos en dirección contraria al nacimiento del vello, con líneas cortas y sin presionar, que apenas se perciban sobre la piel». Así podrás intensificar si lo necesitas o corregir sin problemas.
Ultra baby doll: pestañas + eyeliner más allá de twiggy
El punto de partida es inevitablemente retro, aunque pasado por el distintivo filtro artístico de Peter Philips, director de la Creación y de la Imagen del Maquillaje de Dior. Fue él quien subió este look a la pasarela en febrero, como homenaje al grafismo extremo de las teddy girls inglesas, esas mujeres que allanaron el camino a la vanguardia fashion urbana a finales de los 50.
Y se ajusta a la perfección al rostro de estructura antigua de la actriz británica Lucy Boynton, que se apropió de él este otoño para la alfombra roja. «Cortos, rectos y espaciados, los trazos negros se dibujan debajo del párpado inferior con eyeliner para crear un efecto de estrella en la mirada. Para subrayarla, se preparan las pestañas superiores con primer, se rizan y luego se aplican dos capas de máscara», explica Philips. Las cejas, peinadas hacia arriba, dan un punto más de disidencia. La piel, perfeccionada y nívea, eleva ligeramente el tono en las mejillas con coloretes en tinte o crema. Con ellos, el rubor parece que nace del interior.
Labios frosted
El brillo solo no basta. Sin el efecto escarcha que aportan las minúsculas partículas de glitter, te pierdes lo más divertido del maquillaje de esta temporada. Y también el volumen tridimensional que estos geles y aceites (que replican los fractales estrellados del hielo) aportan a los labios. Pero el frosted tiene sus propias reglas. Úsalo en su versión transparente o en un rosa bailarina casi blanco, para equilibrar un look centrado en exceso en la mirada. Incorpora color sin reparos si la piel va al mínimo. Pero no te pases con el iluminador o acabarás como una bola de discoteca.
Fucsia terciopelo
Al rojo le sale un duro competidor este invierno. Una declinación del guinda y el frambuesa impregnada de subtonos azules que, en su versión más intensificada y mate, aporta poderío, singularidad y distinción. Lo visten mejor las pieles claras, resulta desafiante en las morenas, pero (lo sentimos) acaba siendo folclórico en las cetrinas.
Lisa Eldridge, directora creativa de Maquillaje de Lancôme, explica cómo crear un extra de volumen con los mates más velvet y un juego de fucsias: «Aplica el más oscuro con los dedos sobre todo el labio mediante toques para un efecto tinte natural y define con él las comisuras. Con el claro refuerza la zona central y el arco de Cupido».
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