En un clima de crispación e inestabilidad política, en Reino Unido tienen hoy lugar una de las convocatorias electorales más decisivas de su historia reciente. El actual primer ministro Boris Johnson lo apuesta todo a una mayoría suficiente para imprimir una velocidad más al Brexit. Su principal rival, el candidato laborista Jeremy Corbyn, asume que se trata de la última oportunidad para impedir la salida del país de la Unión Europea, y todo apunta a que también la suya de liderar un gobierno de su partido. Por su parte, los liberales demócratas de Jo Swinson, decisivos cuando se coaligaron con el tory David Cameron y le llevaron a Downing Street en 2010, se debaten entre la irrelevancia y la invisibilidad.
Con este panorama, no es de extrañar que alguien que solo ha sido primer ministro en la ficción se haya convertido en uno de los grandes protagonistas de estas elecciones. Se trata del actor Hugh Grant, el mismo que tuvo en sus manos el destino del país en una de las historias de la comedia romántica Love Actually (2003). “En 59 años nunca me había involucrado en una campaña pero ahora nos enfrentamos a una emergencia nacional”, ha repetido desde hace meses en las múltiples intervenciones que ha hecho en radio y televisión.
Para Grant, que se define como “centrista militante”, el peligro al que se enfrenta el país se llama Boris Johnson y la única solución que vislumbra es que los votantes progresistas no dividan el voto y apoyen solo a aquel representante que puede quitar su asiento en la Cámara de los Comunes a los parlamentarios tories. En un sistema como el británico, en el que sólo el ganador de cada circunscripción accede al parlamento, reclama que se vote con la cabeza y no con el corazón. "Si la gente vota al partido progresista mejor colocado el país estará a salvo durante algún tiempo”.
Al margen de atizar a Johnson siempre que tiene ocasión –al que ha comparado con un juguete de goma para la bañera y ha llamado "supositorio de Donald Trump"–, el actor de Cuatro bodas y un funeral o Notting Hill ha querido ser sobre todo didáctico. En un artículo publicado en The Independent explica sus motivaciones, muestra ejemplos prácticos de este "voto táctico" y redirige a las webs que están informando sobre los distritos decisivos en estas elecciones.
Su implicación ha ido más allá y Hugh Grant ha prestado su apoyo y acompañado a seis candidatos que según las encuentras podrían arrebatar al Partido Conservador un lugar en el Parlamento británico. Entre ellos hay laboristas, liberales y también independientes como Dominic Grieve, actual diputado por Beaconsfield, una localidad próxima a Londres.
Durante la década de los 90 y principios de este siglo, Hugh Grant cultivó un personaje apocado, romántico y deliciosamente torpe que le convirtió en un paradigma de lo británico de cara al resto del mundo. También en uno de los objetivos favoritos de los tabloides ingleses, que documentaban cada episodio de su relación con Liz Hurley. En 1995, su detención en Los Ángeles, por contratar en plena calle los servicios de la prostituta Divine Brown, marcó un antes y un después para él. Casi un cuarto de siglo después, los militantes tories no han dudado en recordárselo durante la campaña. Si el objetivo era distraerle o hacerle callar, los trolls se encontraron con un tuit en el que publicaba la foto de su ficha policial y la de Divine Brown. A pesar de todo, el periodista Piers Morgan no se ha dado por aludido y hace apenas unas horas ha recurrido a esa misma imagen para responder a una acusación del actor, que le recuerda que fue corresponsable de los hackeos que sufrieron personajes públicos como Grant por parte de algunos medios sensacionalistas.
El acoso que ha recibido en los últimos meses en redes sociales, medios de comunicación de corte conservador e incluso en la calle habría amedrentado a otros. A Grant, que tiene 59 años y ya ha vivido varias reinvenciones como adulto cínico e inmaduro en Un niño grande, encantador canalla en la saga de El diario de Bridget Jones o villano histriónico en Paddington 2, solo ha servido para confirmar que hay poderosos intereses detrás de la salida no negociada de la UE que promulga Boris Johnson. Sin ir más lejos, señala a los bots rusos que le atacan a unas horas en las que los británicos duermen plácidamente.
Casado desde 2018 con la madre de sus tres hijos, Anna Eberstein, Grant no tenía en sus planes dedicarse a la política y espera que después de estas elecciones no tenga motivos para hacerlo. “Sí que me planteé significarme antes, pero no me puedo encasillar ideológicamente", explicaba a la BBC en una entrevista. "No se me da bien aceptar órdenes y no podría acatar la disciplina de partido. Definitivamente, soy más útil de esta manera”.
Eso incluye también hacer una valoración profesional como hombre de cine cuando Boris Johnson se atreve a revisar una escena inolvidable de Love Actually en un clip electoral. Igual que Andrew Lincoln recurría a carteles para confesarle a Keira Knightley su amor secreto, el primer ministro hace campaña puerta a puerta para lanzar un mensaje en el que Grant echa en falta un letrero, el de "en Navidad siempre hay que decir la verdad". "Me pregunto si los asesores del Partido Conservador consideraron que algo así no quedaba demasiado bien en las manos de Boris Johnson".
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