Así son las nuevas joyeras

España cuenta con una excelente tradición joyera: del prestigio tradicional de las grandes casas nacionales (Suarez, Ansorena, Grassy, Rabat o Durán) a las revoluciones emprendidas en los 90 por francotiradores de la modernidad, como Chus Burés, Joaquín Berao o Helena Rohner. Pero en la última década hemos vivido un auténtico florecer de nuevas firmas, gracias a la democratización del estilo y el mayor interés por el diseño.

Sus artífices son joyeras que trabajan directamente con la materia prima, creando los distintos elementos de sus propias piezas. Su singularidad no pasa por acudir a proveedores y ensamblar lo que ya se ofrece a granel, sino por conocer o actualizar técnicas artesanas, incluso las ya abandonadas. Y esto es válido tanto para la alta joyería como para la bisutería. Estas nuevas profesionales aportan la cuota de imaginación en un mercado saturado, embebido en la copia de tendencias internacionales y que, a pesar de todo, no para de crecer: el último año, un 2,6 % (unos 1.750 millones de euros, repartidos, eso sí, de manera desigual: las grandes superficies se quedan el 54% del pastel).

Esta es solo una muestra de las firmas de la nueva joyería que han aparecido en nuestro país. Según el tópico, no estarán todas las que son, pero sí son todas las que están. A favor de estas seleccionadas, su posicionamiento internacional y su rigor a la hora de expresar un estilo propio.

«Skyline» para llevar: Catalina d’Anglade

Más que una firma, Catalina D’Anglade se ha convertido en un laboratorio de ideas que igual produce piezas de diseño industrial que acomete grandes proyectos de diseño de interiores y divulgación artística. El último: vestir de arte un edificio de 22 plantas en Brooklyn. Por dentro y por fuera. Nueva York, precisamente, está muy vinculada a la firma de joyería que creó en 2016: el «skyline» de la ciudad inspiró desde su logo a su primera colección de joyas, que en noviembre lució Sharon Stone en una fiesta madrileña.

Sus colecciones varían radicalmente de unas a otras, experimentan con materiales, del metacrilato al oro, y «parten casi exclusivamente de mis vivencias: Nueva York porque fue mi primera gran ciudad; D’Aquatic (que incorpora señuelos de pesca), porque de pequeña iba a pescar con mi padre y con mis hermanos…». Hoy, sus piezas se encuentran en tiendas de museos como el MoMa o el Thyssen. «Soy consciente de que generamos más interés en Berlín, París o Londres que aquí. Nuestra clienta española es, como en el resto del mundo, una mujer independiente, de fuerte personalidad, conocimientos… Pero es aún clásica y austera. Fenomenal, pero… prefiero el riesgo» concluye. www.catalinadanglade.com.

Segunda vida: Ludmila Navarro

Extravagante, neobarroca, surreal, rockera… y hasta un poco macarra. La diseñadora zaragozana acepta y disfruta esta cascada de epítetos sobre su trabajo, que lleva desarrollando desde 2011, cuando decidió juntar su práctica como artista plástica con el diseño de alta bisutería. Partiendo de un concepto acorde con los tiempos, el «upcycling» (que podríamos traducir como «mejora a través del reciclado»), Ludmila Navarro viaja por todas partes adquiriendo viejas, incluso obsoletas, piezas de bisutería. En su taller, las desmonta y juega con ellas, hasta crear estas piezas únicas con los materiales más versátiles «que te van dictando la joya en la que se convertirán».

Son joyas poderosas, «para una mujer que no tiene miedo a significarse, a hacerse notar», que reclaman espacio: «Casi no necesitas nada más, un vestido negro». Considerada por la prensa británica, en dos ocasiones, como una de las cinco diseñadoras de joyas recicladas más relevantes del mundo, define sus obras como «esculturas para llevar» y sus clientes se extienden de Canadá a Asia. «No ha sido fortuito, sino cuestión de trabajo». www.ludmilanavarro.com.

Eterno VS efímero: Gold & Roses

Sonia Ruiz, madrileña, y Hannah Rodríguez, burgalesa, fueron jefa y empleada antes de convertirse en socias. «Para que luego digan que estas relaciones no pueden ser buenas», comentan. Ambas provenían de familias de tradición joyera y se formaron en Gemología y diseño. Sonia fue directora creativa de Carrera y Carrera, firma donde conoció a Hannah. «Era mi mentora. Un día le conté que me habían ofrecido un trabajo y me dijo que no lo cogiera, que tenía una idea», cuenta Hannah. «Se vino desde Hong Kong, donde vivía, le dimos vueltas a la idea y nos pusimos en marcha», apunta Sonia.

Desde entonces, Gold & Roses -por la comunión entre lo eterno, el oro, y lo efímero, la rosa-, se ha convertido en una de las firmas de alta joyería más prestigiosas. Hasta la reina Letizia ha lucido alguna de sus creaciones. Su joyería es un compendio de cosmopolitismo y adecuación de la joya al día a día de la mujer. Y apuestan por la proximidad, ya que trabajan con talleres artesanos locales. «La joya te tiene que hacer sentir bien. Por muy preciosa que sea, te tiene que sentar…», señala Sonia. «Una misma pieza puede gustar a la señora más clásica y a la joven que sigue las tendencias. Queremos generar diseños que representen a todas», añade Hannah. www.goldandroses.com

Desde la ingeniería: Beatriz Palacios

¿Qué lleva a una Ingeniera de Minas a dejarlo todo por el diseño de joyas? «Siempre me interesó la moda, pero me dejé llevar y estudié una carrera «con futuro», cuenta la madrileña Beatriz Palacios. Sin embargo, fue incapaz de renunciar a su pasión y, escogiendo la joyería por puro pragmatismo («Me bastaba con una mesa de trabajo que cabía en cualquier sitio»), decidió aprender el oficio mientras trabajaba. En 2012 se atrevió a dar el salto y montó su propia firma, aunque sin dejar de aprender. «Apareció en mi vida un maestro joyero, Tomás Padua: con él he aprendido a tallar metal y madera, a seleccionar gemas, a trabajar la cera, a repujar…», recuerda. Siete años después, ha vendido en Bergford Goodman, Harvey Nichols… y tiene clientela fiel en Japón, China, Taiwan, Francia, Italia, Reino Unido y Estados Unidos. «No hago alta joyería, pero me interesa acercar la calidad técnica de su trabajo a las personas normales con materiales más económicos. ¡Y ganamos libertad creativa!». www.beatrizpalacios.com.

Puntos de luz: Luminous Studio Jewelry

Maggi Toro e Isabella Beshimoi son madre e hija. Una arquitecta, otra estudiante de Arte en Londres. Venezolanas, afincadas desde hace tiempo en Madrid, Maggi reconoce que al principio la joyería era «como un hobbie profesionalizado, pero demasiado espontáneo». «Yo llegué para imponer un poco de orden», concede su hija Isabella. Fundaron Luminous Studio en diciembre de 2018. 2Nuestra idea es que el cuerpo humano, no solo sea el receptor de la joya, sino su inspiración», dice Isabella. De hecho, aspiran a generar un «link» entre los postulados más actuales del arte, basados en las políticas de identidad y género, con la joyería: se trata de adornar el cuerpo, pero también de prestarle discurso e identidad«.

Su joyería, realizada en metales nobles de ley y diamantes «de calidad», se revela sin embargo sencilla, integradora, a veces unisex y muy pendiente de áreas novedosas, como las curvas interiores del oído o el espacio entre las falanges de los dedos… Una apuesta arriesgada, basada en el deseo de «aportar puntos de luz» al día a día. «Con piezas pequeñas y que se pueden combinar como si fueran un puzzle invitando a un juego constante», añade Maggi. www.luminousstudiojewlry.com

Juego material: Ginger & Velvet

La salmantina Maite Tejedor estudió piano. Luego se licenció en Filología Hispánica. Más tarde se fue a Madrid a estudiar interpretación y acabó buscando un trabajo que le permitiera vivir: encargada de tienda. «Allí había un tallercito de montaje de bisutería obsoleto y al que había que dar salida», cuenta. Decidió hacerse cargo ella misma y el trabajo le gustó. Incluso se puso retos como aprender esmaltado, «que me dijeron que no tenía futuro comercial. Insistí porque es una tradición que no se debe perder». Hoy es una de sus señas de identidad. En su tienda taller, sus clientes la ven trabajar y hablan con ella: «Te llevas un «feed-back» completo, desde lo que mira a lo que compra o cómo evalúan los acabados».

La diversidad de sus materiales, del oro y el platino a el cobre, le permite realizar joyería con precios asequibles. «Soy más seria cuando trabajo con materias nobles. Con los más baratos, soy jovial y juguetona… aunque me gustaría trabajar con la misma jovialidad la joya de peso, para quitarle eso: su peso». www.gingervelvet.com.

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