Esta semana en La Promesa, Cruz parece fiar todo el porvenir de La Promesa a su inminente fiesta de cumpleaños. Pero los preparativos de la celebración dependen de que Mauro traiga ciertos víveres de la Puebla de Tera… Y tras equivocarse de lista de la compra, el lacayo ha vuelto al palacio con los ingredientes equivocados. Por suerte, Simona cuenta con la ayuda de Lope, quien prepara un menú alternativo y termina poniéndose al mando de la cocina, revelando a sus compañeros que él es en realidad la “cocinera misteriosa”.

Los señores se visten con sus mejores galas para la fiesta. Catalina, que ha decidido llevar un vestido de su difunta madre, como vimos la semana pasada en La promesa, se convierte en su vivo retrato, mientras Leonor se compromete a aparecer en el baile con una humilde medallita que le ha regalado Mauro.

La cena resulta todo un éxito y Cruz se siente tan feliz, que aprovecha para para anunciar a bombo y platillo la relación entre Manuel y Jimena. Todos se quedan impactados con la noticia, especialmente Manuel, quien no duda en enfrentarse a su madre. Finalmente, el muchacho, sintiéndose acorralado,acepta darle una oportunidad a Jimena, pero desconoce que la joven sigue en secreto las instrucciones de su futura suegra.

A Jana también le duele especialmente el anuncio de Cruz y decide alejarse aun más de Manuel, a la vez que lucha de forma incansable por acercarse a su hermano. La sirvienta verá la ocasión perfecta para seguir conociendo a Curro cuando Cruz les pida que colaboren juntos en la búsqueda de un libro muy importante que ha perdido.

El padre Camilo se presenta en La promesa

Aunque cuenta con el apoyo del resto del servicio para trabajar en secreto en la cocina, Lope no quiere poner a sus compañeros en un aprieto y presenta su dimisión. Pero, cuando está a punto de marcharse de La Promesa, Pía y Rómulo convencen a los marqueses de que es necesario contratar a alguien más para las cocinas. Por supuesto, no les dicen que se trata de Lope, ni siquiera que el nuevo ayudante es un hombre… Tanto secretismo agobia al lacayo, que sigue en sus trece, convencido de que la única solución es alejarse del palacio. Aun así Simona y Pía intentan convencer a Rómulo para que deje cocinar a Lope, pero el mayordomo les dice que la marquesa nunca admitiría algo así.

Rómulo se percata de que entre Leonor y Mauro hay una relación demasiado estrecha y confronta al lacayo pidiéndole más respeto hacia la hija de los marqueses. Cuando se entera de que no solo no le ha hecho ningún caso, sino que vive un romance con ella, el mayordomo intenta separarles y pone en marcha un plan que según, él resultará infalible: proponerle a Alonso organizar una cena con el marqués de Belmonte buscando un acercamiento entre Leonor y el atractivo hijo de éste, Juan Luis. Sin embargo, a Rómulo se le ha escapado un pequeño detalle… Leonor está enamorada hasta la médula y cansada de vivir su amor en secreto, le propone a Mauro fugarse con ella.

Las deudas acosan La Promesa y Alonso acaba aceptando el préstamo de su suegro. Cuando Cruz se entera por su padre, monta en cólera, pues sabe que lo único que quiere el Barón es tenerles a su merced. Mientras tanto, Pía se sincera con Candela y le explica a su amiga que decidió seguir con el embarazo, entre otras cosas, gracias a los patucos que le regaló.

El padre Camilo hace una parada en La Promesa antes de poner rumbo a León. Petra está encantada de recibirle y con recochineo, le dice a Pía que no les vendría nada mal tener un guía espiritual en casa. Pero, el cura no puede quedarse mucho tiempo y su partida frustra los planes de Petra, por poco tiempo…Y es que Lope y su amigo Salvador lo traerán de vuelta tras encontrarlo tirado en el camino con una herida en la cabeza.

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