Poner ácido sobre el rostro es una idea que, de primeras, quizás no resulte demasiado llamativa. Pero este producto es un elixir que ya se ha convertido en imprescindible en el la rutina de belleza de los más expertos. Los ácidos faciales contribuyen a conseguir una piel más limpia, más suave y más radiante.
Una vez que tenemos claro lo que este producto puede aportar a nuestra piel se abren infinidad de posibilidades: ácido hialurónico, ácido salicílico, ácido glicólico. Todos ellos son nombre que a buen seguro te suenan, pero la lista no deja de engrosarse y a todos acaba de llegar un nuevo integrante: el ácido mandélico.
Este ácido es un derivado de las almendras amargas y se clasifica dentro de los alfa hidroxiácidos (AHA), aunque es más suave otros que se encuentran dentro de esta denominación, como el ácido glicólico o el láctico. En mayor o menor intensidad, este grupo de ácidos produce un efecto exfoliante sobre la piel. Actúan sobre las capas de piel muerta y rompen los enlaces entre las células, esto se traduce en una piel más brillante. Por si esto fuera poco, también ayuda a limpiar los poros y a crear un tono uniforme.
En concreto, el ácido mandélico es muy efectivo contra las arrugas y las líneas de expresión. La exfoliación que realiza elimina la piel muerta que puede ser la responsable de la tez apagada y las líneas de expresión más finas. Por otro lado, este ácido también fortalece el colágeno existente en nuestro organismo, cuya función es dar soporte a la piel para que mantenga la firmeza propia de la juventud.
Sin embargo, el poder de este ácido no se limita a su acción antienvejecimiento. También puede ayudarnos a combatir algunas imperfección de la piel, como la melasma, la hiperpigmentación o el acné.
La melasma es una afección por la que se desarrolla una hiperpigmentación en alguna zona del rostro. La aplicación de este ácido durante cuatro semanas, puede reducir su apariencia hasta en un 50%, obteniendo una piel más uniforme y juvenil.
Para frenar el acné se ponen en marcha las propiedades antibacterianas del ácido mandélico. Este agente ayuda a regular la producción de sebo de la piel, por lo que los brotes de granitos se reducen notablemente, incluso en pieles con acné quístico –la manifestación más grave de esta afección–.
Es aconsejable usarlo como parte e la rutina de belleza nocturna, después de la limpieza y antes de aplicar la crema hidratante. Para lograr su completa absorción se deben aplicar pequeñas cantidades y presionar con palmas suaves la piel.
Los mejores productos con ácido mandélico
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