El pasado 18 de noviembre, Kate Middleton acudía junto a su marido, el príncipe Guillermo de Inglaterra, a la Royal Variety. Los duques de Cambridge asistían a esta cita en representación de la abuela de él, la reina Isabel II. Ese fue el último día que la vimos a ella que, un par de días más tarde, anulaba su agenda oficial.
Kate tenía dos eventos para el 21 de noviembre. No fue. Tampoco se dieron más explicaciones desde Kensington Palace. Y ya se sabe que, en ausencia de noticias, hay quienes se ven en a necesidad de encender la maquinaria de las especulaciones. Por supuesto, la más repetida fue la tesis de un cuarto embarazo.
Por los antecedentes que se le conocen, durante los tres anteriores, las indisposiciones (como consecuencia de la hipeméresis gravídica que le provoca mareos y nauseas que interrumpen el curso normal de su vida), lógicamente es lo primero que se nos viene a la cabeza. Unos rumores que, ahora, han cogido cuerpo, a la vez que la prensa británica se pregunta por qué tanto misterio en torno a ella.
Porque esta semana, Kate ha tenido un acto. Pero ha sido privado. Se sabe porque esa visita a la unidad de maternidad del hospital Kingston de Londres se ha confirmado a través de una circular de la Corte, el medio que se utiliza para poner al día de los actos privados de la familia real inglesa. Y un dato que se ha dado una vez ya se había producido el evento, para evitar que alguien estuviese atento y pudiese fotografiarla.
El próximo martes, la agenda de la duquesa de Cambridge refleja la visita a la cumbre por el 70 aniversario de la OTAN. Será entonces cuando veamos si era tan solo una desaparición momentánea, si se dan explicaciones sobre qué le pasa a Kate o si, simplemente, se sigue jugando a las quinielas con una mujer que no nos tiene acostumbrados a estar tanto tiempo fuera del foco mediático.
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