- Steisy y Pablo Pisa han tenido una nueva crisis tras la última protagonizada el pasado enero
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Llevar una relación adelante para que funcione no es precisamente fácil, y es que es todo un trabajazo y un esfuerzo, pero que, en la mayoría de ocasiones, merece la pena. Sin embargo, hay momentos en los que ésta puede peligrar, y eso les ha pasado a Steisy y Pablo Pisa. La televisiva y el arquitecto no son ajenos a los problemas de pareja, y la última bronca gorda la han tenido hace sólo unos días, en la que él, incluso, ha terminado yéndose de la casa que ambos comparten cerca de la madrileña Gran Vía.
Steisy ha querido contar el motivo en su canal de mtmad: «No sé si es por la confianza, pero me recuerda todo el rato que emocionalmente no estoy bien. Como si cada cosa que me molesta o me enfada, me molestase por lo mío», ha revelado refiriéndose a su trastorno límite de la personalidad, por el que todo le afecta de manera especial, pero a veces cree que debe andar con pies de plomo por cómo reacciona a según qué cosas para que Pablo no piense que le va a dar un brote. «Sólo quiero que me escuche con coherencia. Termino harta y sintiéndome no respetada, y eso me pone con un mosqueo que no veas», ha añadido.
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Aún así, las cosas esta vez, a diferencia de otras ocasiones, no se han salido de madre, y es que parece que su madurez, el hecho de aprender el uno del otro y la terapia de pareja a la que acuden les está ayudando mucho: «He notado una diferencia muy grande de cuando discutíamos antes a ahora: yo antes me ponía como una loca, gritaba, lloraba, en una de estas él se fue a Roma… pero esta vez no ha habido voces, no ha llorado nadie. Sólo nos dejamos de hablar cuando no llegamos a un acuerdo. Algún ‘gilipollas’ sí se me ha escapado, y él me ha dicho ‘patética’… pero son tonterías», ha reconocido.
Ya han arreglado su crisis
El enfado esta vez les ha durado sólo unos días, y es que a pesar de estar ‘de morros’, acabaron coincidiendo en una cena con unos amigos a la que no sabían que iban a acudir los dos. La comida y el alcohol corrieron toda la noche, y al final el buen rollo se apoderó de ellos. Tanto, que acabaron volviendo a casa juntos, aunque no todo salió como esperaban: intentaron tener el famoso ‘sexo de reconciliación’, pero sus borracheras se lo pusieron difícil, tal y como ha contado ella con mucho humor. Otra vez será, pero al menos nos tranquiliza que los tortolitos vuelven a estar bien… por el momento.
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