Isabel II y el último homenaje al príncipe de Edimburgo

Cinco meses después de su último acto en público, Isabell II ha reaparecido para asistir a la misa funeral celebrada en la abadía de Westminster en recuerdo de su marido, Felipe de Edimburgo. Un acto que ha reunido a casi 2.000 personas, entre ellos gran parte de la Familia Real británica o los Reyes de España, para honrar su legado que llega casi un año después de su fallecimiento debido a las restricciones con motivo de la Covid-19 vigentes en aquel momento.

La Reina se ha desplazado desde el castillo de Windsor, su residencia oficial desde hace algunas semanas y ha llegado acompañada por su hijo, el príncipe Andrés. A diferencia del resto de invitados, lo ha hecho por otro de los accesos al recinto y una vez más, como ya sucediera para las celebraciones íntimas que tuvieron lugar por el Jubileo de Platino, apoyada de un bastón.

En esta ocasión, la que supone la despedida definitiva al que fuera su compañero de vida durante 73 años, la monarca no ha dudado en rendirle un homenaje de forma personal, algo que ha venido repitiendo en los actos de renombre que han tenido lugar en estos últimos meses. Isabel II ha lucido un broche con un llamativo rubí que el duque de Edimburgo le regaló en 1966, el conocido como Grima Ruby Scarab.

La joya fue diseñada por Andrew Grima y la monarca británica lo ha utilizado en varios aniversarios de boda a lo largo de los años. Gesto que confirma el gran valor sentimental que tiene para Isabel II.

En cuanto a estilismo, la Reina de Inglaterra se decantó por el verde oscuro con un abrigo estructurado y abotonado, el modelo clásico que despunta en su armario desde hace décadas, tocado a conjunto y complementos en sobrio color negro. Una elección de color que también mantuvo Camilla de Cornualles y que según diversos medios británicos podría ser también un guiño al duque de Edimburgo, que llevaba este color, conocido como Edinburgh Green, en las fuerzas armadas o en su coronación.





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