Que la necesidad agudiza el ingenio es una frase popular que nunca dejaremos de oír, pero en proyectos como el de la firma María Goya cobra todo su significado. Esta marca de moda made in Spain creada por Yolanda Larrañeta y su hija Virginia nació de la necesidad de Yolanda cuando solo tenía 15 años y era incapaz de encontrar ropa en su ciudad que se adaptara a sus gustos y estilo.
Lejos de conformarse, decidió aprender costura y confeccionar sus propias prendas. «Viví parte de mi juventud en Pamplona, una ciudad pequeña donde la oferta era muy limitada. Buscaba una originalidad y calidad que no había en las tiendas. Recuerdo que aprovechaba las bodas de familiares y amigos para lucir los trajes que hacía. Eran una excusa para comprar telas y crear algo especial. Ahora, desde María Goya, tengo la oportunidad de diseñar y confeccionar las prendas que imaginaba entonces de manera profesional», nos cuenta Yolanda.
Un gusto por los patrones y la aguja que se despertaría años después tras la muerte de su padre. «Surgió de forma natural y por puro placer. Fue como una terapia para mí. Un día, vino Virginia a casa y le enseñé un abrigo que estaba haciendo. Le gustó tanto que se lo llevó puesto con los hilvanes. ¡Estaba sin terminar!», explica Yolanda. Nacía así, 45 años después de su primer contacto con la costura, una marca llamada a perdurar en el armario de muchas mujeres.
«A mí me alucinaba que pudiese pensar en el patrón, dibujar y confeccionar la prenda de forma autodidacta y con tanto detalle y mimo. Era artesanía pura. Las prendas tenían unas formas muy interesantes y las telas eran espectaculares. No podía dejar que ese trabajo se quedara en casa. A partir de ahí y con unas ideas claras sobre qué estilo, calidad y valores de marca queríamos transmitir, lanzamos el proyecto», apunta Virginia, su hija y compañera de viaje en esta aventura empresarial.
Ella define a la perfección la esencia de María Goya, una firma 100% artesana y con prendas claramente atemporales. «María Goya es comodidad, calidad, exclusividad y originalidad. Estos son los valores y el mensaje que queremos transmitir con nuestras prendas. Creemos en las prendas hechas con cariño, paciencia, detalle, y que duran toda la vida», reivindica.
En sus propuestas abundan los abrigos de corte evasé, los blazers forrados con tejidos estampados, los kimonos con polisón, los pantalones anchos o los tops con lazada. Sus piezas no buscan ceñirse al cuerpo en exceso, entendiendo que la silueta de una mujer puede variar con el paso de los años y que, de esta forma, las prendas podrán durar mucho más tiempo en el armario.
Todas las piezas de la firma son confeccionadas a mano por la propia Yolanda en su taller de Madrid con un cuidado exquisito. «Cada prenda parte de un patrón base. A partir de ahí empiezo a darle volumen y holgura para crear uno nuevo. A continuación, lo plasmo en la tela para hacer el prototipo y probar el diseño, su comodidad y practicidad. Una vez hecho y probado, lo demás es muy rápido. El tiempo de espera desde el encargo de la prenda a su entrega es de una semana aproximadamente», explica Yolanda.
Y es que otra de las características que definen a la marca es fabricar cada prenda bajo pedido, una forma de concebir la compra en moda que gana adeptos y se va instalando entre las firmas con clara vocación artesana: «Sí, notamos que, cada vez más, la gente aprecia y valora la calidad, el detalle y el proceso artesanal. La costura a mano aporta unicidad. Cada prenda es distinta y especial. Por ello, la clienta está dispuesta a invertir en una prenda que dure toda la vida y le haga sentirse especial», reflexiona Virginia.
Del taller salen piezas atemporales en tejidos naturales –lanas, sedas, algodones y linos– con clara influencia japonesa y británica, bañadas con una paleta cromática que huye de las estridencias y que tiene el claro objetivo de recuperar esas prendas para toda la vida. «Siempre me ha fascinado la estética victoriana. Me paso el día viendo series, películas y leyendo libros de la época. Además, viví varios años en Londres. Esta experiencia ha influido de forma clara en nuestra colección. Nos inspira la mezcla de lo tradicional y contemporáneo. Los kimonos con polisón son un claro ejemplo. Admiramos la artesanía del británico Paul Harnden y el arte, originalidad, formas y texturas de japoneses como Yohji Yamamoto, Issey Miyake y Rei Kawakubo», repasa.
María Goya también aboga por romper el calendario tradicional de colecciones por temporada. En su caso, tienen una colección permanente que se va ampliando con nuevas prendas. Algunas van naciendo de modificaciones que hacen en los patrones según las telas. Por ejemplo, el mismo modelo de abrigo lo confeccionan en lana para invierno y en lino para verano.
Yolanda y Virginia ha encontrado el equilibrio perfecto para trabajar juntas y complementarse. La visión y el estilo más fresco y desenfadado de Virginia son el contrapunto perfecto a las ideas y el estilo victoriano de Yolanda. Y no solo eso. También es quien la ayuda cuando se obsesiona con una prenda: «Parar, descansar y verlo desde otro punto de vista al día siguiente», le recomienda la hija.
Juntas suman el talento y el entusiasmo necesarios para hacer de María Goya una firma relevante dentro del panorama slow fashion de la moda española. ¿Dónde les gustaría verse dentro de cinco años? Virginia lo resume con una anécdota: «El otro día nos contactó una chica desde Londres contándonos que había coincidido con una clienta nuestra en el andén del metro. Le fascinó el abrigo que llevaba y tomó nota de todos los detalles para encargarnos uno igual. ¡Ojalá muchos casos como este en cinco años!».
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