En el décimo capítulo de ‘Rocío, contar la verdad para seguir viva’, su protagonista ha hablado del distanciamiento con su hijo, David Flores, al que no ve desde el 23 de junio de 2016, hace ahora casi cinco años. Un joven al que Rocío Carrasco llama cariñosamente ‘enano’ y al que se refiere siempre con buenas palabras. Sin embargo, la ruptura de la relación con su hija acabó pasando factura a la estrecha relación que mantenía con él. “David empieza a cambiar desde que su hermana no está ya en la casa. Él tenía pasión por su madre, su abuela… pasión por Fidel. Él tenía devoción, con María Teresa, con Terelu, moría”, señala, destacando la gran importancia que tiene el clan Campos en su vida.
A su vez, ha destacado la arrolladora personalidad que poseía cuando todavía tenía contacto con él. “Ahora ya no lo sé, pero siempre ha sido un niño muy cariñoso, muy familiar… En el colegio a David lo quería todo el mundo. Tenía amigos de todas las edades. Los profesores morían por él, es súper cariñoso, muy gracioso… Ha sido siempre bondadoso, piadoso… Estoy muy orgullosa porque en él instauré ciertos valores que yo consideraba que eran importantes e imprescindibles”, explica la hija de Rocío Jurado.
La presentadora confiesa que, si pudiera volver atrás, hubiera sido menos protectora con él. “David tiene una serie de problemas, pero es cierto que yo como madre me hubiera gustado ofrecerle a él la posibilidad de tener su independencia. Lo hubiese hecho de mil amores, coger a mi hijo. Cerca de mi casa hay una cafetería, me hubiese encantado mandar a mi hijo a por el pan. Yo eso nunca lo he hecho. Me hubiera gustado que adquiriera cierta independencia. Yo pensaba y si se cae en la calle. He tenido miedo a la hora de educar. Me sentía amada por David. Él era locura y le encantaba verme hacer de comer”, indica.
Además, se lamenta de que por culpa de la manipulación que ha sufrido por parte de Antonio David se haya roto el vínculo maternofilial. “Hablo de él sin pena porque yo sé que es feliz. Mi pena es por la utilización que ha sufrido o porque esta persona ha utilizado las circunstancias de este niño para hacer más mal y para lucrarse. En ese sentido me da pena, pero él yo sé que es un niño feliz. La ausencia da pena, claro que sí, pero yo sé que, si a él lo hubieran dejado, me hubiese llamado, hubiese venido. No hace determinadas cosas porque no se le han permitido. Creo que me echa de menos”, sentencia.
Fuente: Leer Artículo Completo