Así se conocieron Lucía Bosé y Luis Miguel Dominguín: una historia de amor en los 50 marcada por las infidelidades, la tragedia (y sí, por Franco) en la España castiza

Ella era italiana, actriz de aire salvaje y carácter apasionado. Él matador de profesión, de costumbres enraizadas y español. Se conocieron cuando, en 1955, Juan Antonio Bardem (tío de Javier Bardem) la reclamó para rodar Muerte de un ciclista. El flechazo entre Lucía Bosé y Luis Miguel Dominguín fue instantáneo.

En aquel momento, el torero mantenía una tórrida relación con Ava Gardner. Sin embargo, fue tal la fascinación que le causó la italiana que Luis Miguel Dominguín rompió con la estrella de Hollywood y, antes si quiera de haberle dado el primer beso a Lucía Bosé, le pidió que se casara con él.

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Él la llamaba cariñosamente la italiana. Ella, de igual manera, lo nombraba como el torero. La pasión entre ellos se desató después de que Lucía Bosé le presentara a sus amigos. “El torero y yo nos amamos locamente en mi habitación, donde me alojaba para hacer la película. Durante tres días y tres noches nos amamos ininterrumpidamente”.

Sin embargo, el choque de trenes que estaba a punto de producirse –y que descarrilaría durante doce años de infidelidades y sufrimiento- quedó patente desde el principio cuando Luis Miguel Dominguín rechazó (en un primer momento) casarse en España por considerar que debería invitar por obligación a medio país. Por eso, y porque era americano, divertido y excéntrico, resolvieron contraer matrimonio de manera civil en Las Vegas el 1 de marzo de 1955. Sin embargo, la sociedad española –con carácter franquista- no vio con buenos ojos aquel tipo de unión por lo que meses después, el 19 de octubre del mismo año, terminarían haciéndolo por la iglesia.

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Fruto del matrimonio nacieron sus tres hijos (Miguel, Lucía y Paola) y Lucía Bosé, a pesar de las desavenencias, acabó convirtiendo nuestro país en su patria. Ella misma declaró haber renunciado a todo tipo de resentimiento a su marido, tras más de una década de dolor y engaño. “Entre las muchas razones por las que lo perdoné, estaba que yo conocía ese lado frágil de su personalidad que él nunca había manifestado. A pesar de todo, los que compartimos fueron años muy intensos, llenos de mil experiencias”.

Y es que, a pesar de haberse encontrado, a su llegada a nuestro país, “una España que iba 50 años por detrás de Italia”, de haber sentido la soledad y cómo todo el mundo se ponía de parte del ídolo patrio cuando deciden dar por terminado lo suyo, no se arrepintió nunca de haber tomado la decisión que cambiaría la historia de la pareja más cool de la década de los 50: “De la misma manera que tuve valentía para casarme con él, también la tuve para mandarle a la mierda”.

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