Criticada por su carísimo vestuario, odiada por su suegra la reina Margarita y en el punto de mira por su mala relación con la princesa Marie: cómo ha conseguidoMary de Dinamarca cambiar su imagen

La relación entre Federico de Dinamarca y Mary Donaldson parecía un moderno cuento de hadas, pero Margarita de Dinamarca nunca consideró adecuada a Mary, una joven abogada experta en comercio, licenciada por la Universidad de Tasmania, en Australia, a la que Federico conoció en los Juegos Olímpicos de Sidney, en 2000, en un bar al que había acudido acompañado, entre otros, por el entonces Príncipe Felipe. Mary siempre ha afirmado que, al principio, no supo quién era aquel joven. En aquella época, solo buscaba afianzarse profesionalmente. Siempre fue una mujer independiente y de mentalidad abierta. Durante sus estudios escribió un ensayo sobre la violencia de género.

Tras licenciarse, Mary se trasladó a Melbourne, trabajó como becaria para la agencia DDB Needham, y llegó al puesto de ejecutiva de cuentas. En 1996 empezó como gerente de cuentas en Mojo Partners. A principios de 1999 fue nombrada directora de cuentas de la agencia internacional de publicidad Young & Rubicam en Sídney. Cuando conoció a Federico trabajaba en una pequeña agencia de publicidad llamada Love Branding, como directora de ventas. Más tarde se trasladó a una empresa especializada en propiedades de lujo.

La boda llegó en mayo de 2004, después de una relación secreta de tres años. Dieciséis años después, Margarita ha nombrado regente a Mary, un reconocimiento público, por fin, de su trabajo y de una nueva forma de entender la Monarquía en una de las familias reales más conservadoras. Este nombramiento significa que Mary ya puede ejercer las funciones institucionales de su suegra como jefa de Estado.

En su momento, cuando llegó a la corte danesa con 29 años, el camino no fue fácil. No dominaba el danés, ni la vida política del país, ni el protocolo que le permitiera ser cercana y, a la vez, conservar las distancias. En un país cuya monarquía es más bien un símbolo, el príncipe heredero no tiene un papel de gran importancia y su esposa queda reducida a una figura decorativa. Mary recibió muchas críticas por el protagonismo de su vestuario, de firmas europeas de lujo, como si estar impecable fuera su único cometido.

La princesa Benedicta, hermana de la Reina Margarita, llegó a deslizar, hace dos años, una velada crítica a Mary en una biografía aludiendo a “los que acuden a actos benéficos con ropa muy cara y extravagante” y a la necesidad de mantener “los pies en la tierra” y no desenvolverse como una “jetsetter” siendo de la Familia Real. Años antes, la propia reina había tenido que intervenir para evitar un presupuesto en guardarropa de una media de 2.500 euros al día. Entonces salieron a la luz, en una investigación periodística, los bolsos de Mary, una colección de 400, valorados en 300.000 euros. El más caro, un Birkin en piel de cocodrilo negro, de 77.000 euros.

Pero, desde entonces, Mary se ha colocado por delante de su marido y de su suegra en popularidad. La mujer de 49 años que es hoy sí domina el escenario y escoge las causas en las que volcarse y cuándo hablar y cuándo no. Es patrona de 25 organizaciones internacionales y colabora con la Oficina Europea de la Organización Mundial de la Salud. También ha colaborado con Save The Children en un programa contra el “bullying”. Y ha empezado a dedicar tiempo a causas no habituales en la Casa Real danesa, lo que ha levantado algunas suspicacias.

Por ejemplo, se convirtió recientemente en la primera persona de la Familia Real en participar en actos de apoyo al Orgullo LGTB, contra el cambio climático –que su propia suegra, la Reina Margarita ha puesto en duda– y por la igualdad de género. Muchos se preguntan si es tarea de una princesa heredera dedicarse a esas causas, pero Mary no ha dado un paso atrás.

Una de las actividades a las que dedica más tiempo es el apoyo a la moda sostenible. Ella misma recicla la ropa de sus compromisos oficiales y también en su vida privada. Compra prendas “vintage”, lava de forma eficiente y hace que le modifiquen los diseños para conservar lo más posible su guardarropa. El cambio en sus intereses también se refleja en su estilo: más pantalones, más “color block”, más estilo profesional y menos joyas, y muchas marcas danesas, como Dulong Delphis, Carlend Copenhagen o Birgit Hallstein. Se sabe también que dona las cosas que ya no utiliza a una empresa de venta de ropa de segunda mano, Haberdash Luxus Seconhand, regentada por la estilista de la Princesa, Anja Camilla Alajdi.

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