Raúl del Pozo: Cuando sales en televisión odian que seas viejo y juegues al golf

Parece mentira que en estos tiempos se celebre el cumpleaños de un libro, “tiempos en los que se vive una censura mayor desde la aparición de internet”, como decía el pasado lunes Raúl del Pozo en el 25 aniversario de una de sus novelas más reconocidas, Noche de Tahúres. El mítico periodista habló alto y claro, sin miedo a posar sus palabras sobre el papel tentando así el derrumbe de su columna. “Ten cuidado que de aquí sale un titular”, bromeaba Arturo Pérez-Reverte con su buen amigo, a quien acompañaba en la mesa y en la reedición de su libro –pues es autor de su prólogo– mientras miraba con sorna hacia el auditorio más completo de la comunicación española.

Entonces don Raúl se crecía y dejaba una genial revisión sobre los medios como “cuando sales en televisión odian que seas viejo y juegues al golf” o aclaraba que “antes te decían si eras un rojo o un facha, ahora te preguntan si te has tomado las pastillas”, ante el aplauso unánime de la concurrencia, que recorría la parrilla televisiva desde Ana Rosa Quintana, con un animal print propio de Los Roper (“el auténtico lo tengo atado”, le decía Mildred a su envidiosa hermana) a Marta Flich, infiltrada en este ambiente que sarcásticamente Pérez-Reverte definió como “viejuno”. Muy bien acompañada por Edu Galán, el humorista que este verano publicó precisamente una fotografía de ambos junto al escritor de Alatriste en una sala de registro matrimonial.

Escoltando a Del Pozo estaban también el exministro y escritor, Manuel Pimentel, y su compañero y poeta, Antonio Lucas, sumidos todos ellos en una charla como las de antes, llenas de incorrecciones, brillantes análisis de la actualidad y hasta chistes de San Pedro, por los que el autor se enemistó con los responsables del monasterio donde había escrito su libro. “La izquierda se ha quedado reducida al feminismo y al cambio climático, es absurdo y terrible, porque no hay una izquierda que pueda hacer frente a la extrema derecha y al nacionalismo”, sentenció Del Pozo ante un público de lo más dispar y pintoresco. “Os quiero a todos los que os veo”, decía el escritor ante la carcajada y aplauso de sus distinguidos compañeros.

Nadie quiso perderse esta cita de la intelectualidad más irreverente en El cielo de Barceló, la última planta del Teatro Barceló, al que todos seguimos llamando Pachá. Entre sus reservados había auténticos asiduos a la discoteca, como Cayetana Martínez de Irujo, que ponía en valor su casa de San Sebastián.

—Es como un palacio, ¿no? —le preguntaban.
—Es fantástica, te lo digo yo que la vi cuando lo sacó la Duquesa en el ¡Hola! —aclaraba otra periodista, mientras Cayetano atendía a su propio séquito.

No faltaron tampoco Fernando Sánchez Dragó, quien a falta de enfermera se presentó con Emma, una joven y bella colaboradora literaria a la que definió en el programa de Jiménez Losantos como su “amante, mi novia es Laura, también guapa, también lista”. Entre estas deliciosas irreverencias, yo iba saltando de un lado a otro, tratando de no perderme nada de este fantástico cocktail explosivo. Hacía lo propio Lita Trujillo, que iba de un lado a otro, todavía frenética y explosiva, hace unos meses declaraba a Vanity Fair que “Raúl del Pozo siempre se queja de que no tengo síntesis”.

Lo apoyaba, como su gran amigo, el periodista José María García, y distintos rostros de nuestra variopinta nación, como el actor Pedro Ruiz o María Zurita. Una exquisita noche de “viejunos” que devolvieron a Pachá el caché de antaño y que encabezarían el grito más acertado de Millán Astray: “¡Muera la intelectualidad traidora!”


Fuente: Leer Artículo Completo