Poco después de ingresar el último dividendo de Inditex de 2020, 646,2 millones de euros, Amancio Ortega realizó la compra de un hotel en Rota, Cádiz. Se trata del Senator Playaballena, un hotel de 324 habitaciones, perteneciente al grupo Senator de la familia Rossell, que seguirán llevando la gestión, ahora como inquilinos de Amancio. La compra, efectuada en diciembre por unos 25 millones de euros, ha sido una novedad: la milmillonaria cartera de Pontegadea, la inmobiliaria de Ortega que se nutre con los dividendos que recibe el fundador de Inditex y que tiene una división con hoteles en propiedad en ciudades como Chicago, Madrid o Bilbao (estos operados por NH), pero que todavía no se había asomado al sur de España.
La compra también es significativa para el grupo Senator, erigido por José María Rossell Recasens hace 53 años, con un golpe de mano visionario, Entonces, Rossell y su hermano pusieron en marcha un pequeño hostal en una zona turística de Almería, con una idea en la en la cabeza: atraer a los primeros turistas alemanes a la región. El éxito de la inicitativa dio lugar a un grupo que se extendió por toda Andalucía, primero, y por el resto de España después, hasta su internacionalización en el Caribe. En total, el grupo ha llegado a contar con 40 establecimientos hoteleros y más de 9.000 camas, así como un pequeño parque temático y su propia agencia de viajes.
La empresa la codirige hoy día Rossell junto a sus hijos, Jose María y Daniel Rossell Massachs. Un emporio familiar que en los últimos años ha vendido cinco establecimientos (contando con el que acaba de adquirir Amancio Ortega), y que ha acusado el parón de la pandemia –algo de lo que también se ha beneficiado Pontegadea para adquirir el hotel a buen precio, aunque demostrando su confianza en la recuperación del turismo en la región. Rossell contaba en abril, al inicio del confinamiento, que nunca había visto una situación así desde que a los 22 años decidiese poner en marcha su primer hostal.
Antes de eso, Rossell, que nació en un pequeño pueblo de Tarragona, Torroella de Monstgri, había pasado por todos los oficios de un hotel: desde botones, su primer trabajo, que le garantizaba 300 pesetas al mes "en un hotel de la Costa Brava, sin importarme las horas ni el salario", como confesaba en un discurso redactado para clausurar un programa de dirección de empresas. El sueño de Rossell era ser algún día director de un hotel de la cadena Hilton, algo en lo que puso todos sus esfuerzos como pluriempleado: trabajaba lavando coches y repartiendo prensa. Hasta que ahorró dinero suficiente para irse a Alemania, a apuntarse a una escuela de hoteleros en el balneario de Bad Reichenhall, un enclave hotelero de primer nivel. En Alemania también pasó por cocinas de hoteles y aprendió todo lo posible del negocio.
Los contactos establecidos en Alemania le ayudaron, a su regreso, a convencer a un touroperador de que desembarcase a los primeros 100 turistas alemanes que hubiese visto Almería. En un hostal que había alquilado y amueblado a medias con su hermano. Un germen que, años después, en 1972, culminaría en la construcción de su primer hotel en propiedad, en Roquetas de Mar. Por el camino, se casó con María del Mar Agüero Ruano, que sigue siendo su esposa, y que fue durante cinco legislaturas (entre 1993 y 2015) senadora popular por Almería, así como presidenta de la agrupación del PP en dicha provincia.
El empresario ha sido responsable durante años de representar a la asociación nacional de hoteleros o a la agrupación de las zonas turísticas de España y ha recibido, entre otras distinciones durante su dilatada carrera, la medalla de oro al mérito turístico por el Ministerio de Turismo. Sus hijos son los encargados de continuar la tradición familiar, como vicepresidente (José María) y director comercial (Daniel), respectivamente, a cargo de un equipo de cerca de 3.000 empleados.
La adquisición del hotel supone un pequeño punto de inflexión en la cartera de Pontegadea, compuesta por más de 15.000 millones de euros en activos: pese a contar con hoteles en ciudades tan relevantes para el turismo como Nueva York, San Francisco o Miami, hasta ahora no había invertido en el litoral andaluz. La venta tampoco puede atribuirse únicamente a la pandemia: la familia Rosell lleva tres años vendiendo –y con bastante beneficio– otros establecimientos en Valencia o en Baleares.
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