Hacia el final de Tomates verdes fritos, Frank Bennett, el marido maltratador de Ruth (Mary-Louise Parker), intenta llevarse su bebé cuando Sipsey, interpretada por Cicely Tyson, le golpea con una sartén en la cabeza y lo mata. Poco después celebran una barbacoa, de la que participa el detective que investiga la desaparición de Frank Bennett. Ajeno a que en realidad se lo está comiendo, el policía le alaba a Sipsey el sabor de la carne y ella responde: “El secreto está en la salsa”.
El secreto de la carrera de Cicely Tyson, esa que la llevó a recoger el Oscar honorífico en 2018 junto al compositor Lalo Schifrin y el publicista Marvin Levy es un poco más azaroso. “Nunca quise ser una actriz. Nunca pensé en ello”, le contó la actriz a Viola Davis, en una entrevista que la segunda le hizo a la primera para la revista Elle. “Cuando era niña mi único contacto con el cine era las películas que veíamos en la iglesia, cuando ponían una sábana frente a un proyector. Además era muy tímida”.
Alguien la descubrió como modelo en su Harlem natal. Un desconocido le tocó el hombro y le dio una tarjeta. Y ahí empezó una carrera que en su casa reprobaron. “Mi madre me echó y estuvo dos años sin hablarme”, cuenta Cicely sin rastro de autocompasión.
Debutó en 1951 con un personaje pequeño en Frontiers of Faith, una especie de Estudio 1 de la NBC. Durante sus primeros años se centró en televisión y su primer papel regular no llegó hasta East Side/West Side, una serie que emitió la CBS en 1963 y 1964. Pronto llegaron también sus primeros papeles para el cine, con películas como Los comediantes (1967), con Richard Burton, Elizabeth Taylor y Peter Ustinov, y la adaptación al cine de El corazón es un cazador solitario (1968).
Los papeles que la consolidaron llegaron en los 70. En 1972 recibió su única nominación al Oscar hasta la fecha por Sounder, que contaba la historia de una familia de aparceros afroamericanos del Sur en plena Depresión. Fue esta película la que la reconcilió con su madre y para cuando dos años después protagonizó La autobiografía de Miss Jane Pittman, tvmovie que reivindicó la causa negra tres años antes que Raíces, consiguió arrancarle a la señora que la había traído al mundo que estaba orgullosa de ella. Este papel le dio a Cicely dos Emmys: mejor actriz del año y mejor actriz protagonista de drama. Y tres años después precisamente en Raíces, interpretó a Binta, la madre de Kunta Kinte. Y sin salir de los 70, también tuvo un pequeño papel en El pájaro azul, que no le dio más (ni menos) premio que trabajar a las órdenes de Cukor compartiendo cartel con Elizabeth Taylor, Jane Fonda y Ava Gardner.
Llegaron los 80 y el gran revuelo de la vida de Cicely Tyson tuvo lugar fuera de la pantalla. Su matrimonio de siete años con Miles Davis los convirtió en una pareja con un nivel de carisma que ya quisieran Beyoncé y Jay Z. Y mucho más conflictiva que la de estos últimos. Los rumores de maltrato e infidelidad por parte de él fueron constantes, pero ella nunca quiso hablar del tema. Las pocas veces que abordó su relación con la prensa solo tuvo palabras buenas para él. “Valoro cada momento que pasé con él”, le dijo a Gayle King en una entrevista que le concedió en 2013. Nunca ha vuelto a hablar de ninguna relación.
Que la mejor amiga de Oprah después de la entrevista dijera que lo único que quería era pedirle el teléfono para poder invitarla a comer de vez en cuando da una idea del carisma de la actriz y de lo que representa para una generación de mujeres negras. Ya en 1981, cuando le preguntaron en Ebony si consideraba que para que se hicieran buenas películas con historias de negros debían dirigirlas, producirlas y escribirlas negros, no dudó: “Tenemos suficiente dinero y talento, y creo que tenemos que hacerlo nosotros mismos. Al menos intentarlo. Dar un paso y quizá alguien nos ayude a dar el segundo”. No hace falta soñar con viajar 37 años en el tiempo para hablarle a Cicely Tyson de los éxitos de Black Panther y Déjame salir: los ha visto ella. Oprah y Shonda Rhimes la rodeaban anoche mientras Ava Duvernay presentaba su galardón recordando las palabras de admiración que muchas actrices afroamericanas le han dedicado.
Tyson ha tenido la suerte de verse reconocida no solo en este Oscar y en los ya citados Emmy (al que hay que sumarle otro en 1994 por La última superviviente), sino también en Broadway. Tiene un Tony, que ganó en 2013 por Regreso a Bountiful, lo que la deja solo a falta de la G del EGOT. Y en 2016 Obama le dio la Medalla Presidencial de la Libertad en 2016, junto a Carole King y George Lucas, entre otros. En mitad de su discurso, el entonces presidente de los Estados Unidos, alabó su belleza. Ella se ruborizó: “Me dio tanta vergüenza, me puse roja como un tomate”.
Fue la madre de Kunta Kinte, sí, y por seguir con parentescos también ha sido la madre de Rosa Parks (en la tvmovie protagonizada por Angela Bassett), casi ejercía de madre de Emma Stone en Criadas y señoras y ahora es madre de Viola Davis en Cómo defender a un asesino. Hace poco la vimos honrar a otra pionera como ella: con un sombrero tan maravilloso como imposible le dedicó a Aretha Franklin una adaptación del poema When Malindy Sings (When Aretha Sings) en su funeral, con más energía de la que demostró Ariana Grande cantando Natural Woman. Cuando le preguntan por qué no se retiraba, su respuesta era: “¿Para hacer qué?”. Su secreto debe de estar en la salsa.
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