El príncipe Harry y Meghan Markle llevan meses hablando de los problemas de un mal uso de las redes sociales. El príncipe ahora da un paso más y las responsabiliza del asalto al Capitolio, además de la destrucción del Amazonas y de otros males del mundo. En una entrevista concedida a la revista de negocios estadounidense Fast Company -la misma donde publicó un artículo el pasado mes de agosto en una línea similar-, Harry lamenta que las redes sociales más populares “han contribuido y avivado las condiciones para una crisis de odio, una crisis de salud y una crisis de verdad”. “Estamos perdiendo seres queridos por las teorías de la conspiración, perdiendo el sentido de nosotros mismos debido al aluvión de falsedades y, a mayor escala, perdiendo nuestras democracias”, ha dicho. “Hubo un ataque literal a la democracia en Estados Unidos organizado en las redes sociales, que es un tema de extremismo violento. Se reconoce el papel de las redes en el genocidio de Myanmar, se utilizaron como vehículo para incitar a la violencia contra el pueblo rohingya, que es una cuestión de derechos humanos. Y en Brasil, las redes sociales proporcionaron un conducto para la desinformación que finalmente provocó la destrucción de la Amazonía, que es un problema ambiental y de salud global", ha añadido el príncipe.
De ahí que el nieto de Isabel II, residente en los Estados Unidos desde hace ya un año, pida responsabilidad a las empresas por “el bienestar colectivo” y una reforma digital frente a la desinformación cuando se ha convertido en “un intercambio de armas”, compara; una “solución” a un problema que él ha vivido en sus propias carnes. Se ha confesado describiendo cómo su historia y la de Meghan se contó de una forma “muy diferente” a como fue en realidad. “Esa narrativa falsa se convirtió en la nave nodriza de todo el acoso” que sufrieron los Sussex. Ellos no son únicos, reconoce Harry, porque “todos somos vulnerables”, dice el príncipe que considera que lo que sucede es no solo un problema “tecnológico o político” sino “humanitario”.
Ha pensado en los debates de Hyde Park de Londres, Speakers’ Corner, donde solía pasar tiempo observando el funcionamiento de esa “plaza pública” en la que los participantes dan su opinión aceptando unas reglas básicas, algo similar a las redes sociales si se respetaran esas líneas. “Debemos evitar pensar que las redes sociales son la última plaza pública moderna”, ha reclamado insistiendo en la importancia de cómo las redes -con una cantidad “muy pequeña de guardianes increíblemente poderosos y consolidados que han implementado algoritmos ocultos para elegir el contenido que miles de millones de personas ven todos los días y seleccionar la información (o desinformación) que todos consumen- y lo que en ellas se publica acaba afectando a todos los ámbitos de nuestra vida. “Lo que sucede en línea no permanece en línea, se propaga a todas partes, como un incendio forestal: a nuestros hogares y lugares de trabajo, a las calles, a nuestras mentes”.
Pero no es todo malo en ellas, ha aceptado también. Las redes “pueden ofrecer un medio de conexión y comunidad, que son vitales para nosotros como seres humanos. Necesitamos escuchar las historias de los demás y poder compartir las nuestras. Eso es parte de la belleza de la vida”. Acepta desacuerdos y confrontaciones, pero “nunca en la medida en que se crea violencia, se mistifica la verdad y se ponen en peligro vidas”, y tiende su mano a quienes trabajan en “plataformas innovadoras y saludables”. “Creo que podemos comenzar a hacer que nuestro mundo digital sea más saludable, más compasivo, más inclusivo y confiable. Y es hora de pasar de repensar a remodelar”. Propone algunas cosas para empezar desde el ámbito individual: reducir el tiempo que pasamos online, verificar las fuentes y rebajar el tono en comentarios y publicaciones. “Pueden parecer pequeñas cosas, pero suman”, cree.
Ellos no tienen redes sociales desde hace casi un año pero sus apariciones son constantes aunque siempre eligen cómo, cuándo y con quién se dejan ver. Además, han firmado un contrato millonario para crear podcast con Spotify y documentales, series y contenido infantil con Netflix para promover su visión del cambio.
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