Ayanta Sánchez Barilli tiene una larga trayectoria profesional como actriz, productora, locutora de radio desde el 2009, (trabaja en esRadio, en la que dirige y presenta el programa A media Luz), además de colaborar en El Mundo y El Español. Hija de Fernando Sánchez Dragó, nació en Roma, aunque tres años después de la temprana muerte de su madre, Caterina Barilli, se trasladó a Madrid. Finalista del Premio Planeta 2018 con su novela ‘Un mar violeta oscuro’, Ayanta se adentra en la historia de tres mujeres que han marcado su vida.
Corazón Ayanta me recibe en su casa. Nos sentamos para hacer la entrevista y me doy cuenta de que solo somos tres. Ayanta, ¿aquí falta alguien más?
Ayanta Barelli Sí. Yo tengo dos gatos, Bowei y Nina, que es muy tímida y no creo que venga.
C. Esperemos que aparezca en algún momento. Cuando hablé con usted por teléfono me comentó que sus gatos eran adoptados. ¿Me puede contar la historia de sus dos felinos?
A.B. Los adopté a través de ‘Peluditos en Apuros’, una asociación que recoge gatos. Lo primero que hacen es valorar si somos personas adecuadas para adoptar. Luego te obligan a esterilizarlos, poner vacunas y te hacen un seguimiento para ver si están bien cuidados
C. Cuando les vio, ¿qué le llamó más la atención?
A.B. Los adoptamos a la vez. Cuando los vimos, por ejemplo de Bowei, me llamó la atención que es un poco bizco. Y de Nina, que es una gatita roja, nos dijeron que son especiales: tímidas pero muy fieles. Y así es.
C. La Asociación les han informado dónde y cómo les encontraron.
A.B. Sí. Tienen un año y no son hermanos. A Bowei le encontraron por la noche en la Casa de Campo, andaba perdido. De Nina no tengo referencias.
C. Al ser tan pequeños, ¿es más fácil que se lleven bien?
A.B. Desde el primer momento se han llevado bien. Duermen juntos y abrazados, son como una pareja de enamorados.
«Mi padre me insistió para que escribiera»
C. De Nina, que sigue sin aparecer, ¿cómo calificaría su carácter?
A.B. Ella es muy esquiva y aparece cuando considera que es oportuno. Lo estás confirmando. En cambio, Bowie es muy cariñoso y pegajoso.
C. En el antiguo Egipto, a los gatos se les veneraba. ¿Qué rango tienen Bowei y Nina en su casa?
A.B. Yo me he criado en Roma y, hace años, era la ciudad de los gatos. En mi casa llegamos a tener más de 15. Son los guardianes del templo doméstico. De los gatos me gusta que no sean serviles. Cuando se sientan en mi regazo son ellos los que me han elegido, son animales libres. Yo no me canso de mirarles, su expresión física y corporal, me sorprende.
C. ¿Quiere decir que los gatos se hacen respetar más que otros animales domésticos?
A.B. No aguantan lo que no les gusta. Si un niño le da mucho la vara, el gato le va a dar un toque. Como te he comentado, yo me he criado con gatos y me he llevado muchos toques. A veces me ponía guantes para jugar con ellos porque los gatos tienen uñas y te pueden arañar, pero tampoco he tenido grandes arañazos. Sobre todo, he aprendido a respetarles.
C. Parece que Nina no quiere venir y no quiero alargar la entrevista sin que ella esté presente. Si le parece, vamos a hablar de su trabajo. Finalista Premio Planeta 2018, con ‘Un mar violeta oscuro’, las protagonistas son: su bisabuela, su abuela y su madre. ¿Con cuál de estas mujeres se identifica?
A.B. El libro ha sido una investigación familiar y sobre mí misma. Según la iba escribiendo iba siendo cada una de esas mujeres. Me he sentido identificada con todas, si no, no habría podido meterme en su piel y escribir sobre ellas. Yo conocí a mi madre hasta los nueve años que falleció, y a mi abuela la he conocido mucho.
C. ¿La familia son nuestros grandes desconocidos?
A.B. Independientemente de que yo las haya conocido o no, queda algo y eso es común a todos. A menos que no hagamos un esfuerzo, no conocemos a las personas que tenemos cerca. A nuestros familiares, a nuestros mayores… Sí, creo que hay un cierto desprecio hacia las personas mayores, nunca tenemos tiempo para ellos. Este trabajo ha implicado conocerlas de verdad, necesitaba dedicar ese tiempo que no les dediqué en vida porque no pude en el caso de mi madre, porque no quise en el caso de mi abuela y porque no la conocí en el caso de mi bisabuela. Quería conocerlas como mujeres, quería conocer a las mujeres de mi familia que me precedieron.
«Me he criado en Roma, y hace años era la ciudad de los gatos»
C. Ahora se escribe mucho sobre mujeres. Mujeres en el arte, en la literatura… Pero mujeres invisibles en la mayoría de los casos. ¿Se trata de reivindicar la justicia poética de las mujeres?
A.B. Yo he escrito sobre mujeres, sobre las mujeres de mi familia porque, como te he comentado, sentía esa necesidad. A las mujeres en estos momentos, por cuestiones que tienen que ver con nuestra historia, y por lo tanto con el machismo histórico, se está intentando proyectar luz sobre su vida y sus obras, aunque todavía hay muchos espacios en blanco, que desconocemos. Los derechos de las mujeres hay que defenderlos para llegar a una sociedad igualitaria. Pero sin caer en ninguno de los excesos que a menudo se cae cuando se está frente a una revolución.
C. Fernando Sánchez Dragó, su padre, ganó el Premio Planeta 1992. ¿Quiere seguir su misma senda?
A.B. Estoy preparando una segunda novela y es verdad que ser finalista del premio Planeta con una primera novela es un espaldarazo notable, una ayuda, pero vuelvo a empezar.
C. Sánchez Dragó, ¿le da consejos?
A.B. Mi padre insistió mucho para que escribiera. Tuvo conciencia de que yo podía escribir antes de que yo la tuviera. Pero consejos sobre papel, no. No le di a leer la novela hasta que no estuvo terminada. Él dice que cada uno tiene que hacer su propio camino y aprender.
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