En agosto, en la Convención Nacional Republicana que inauguró la campaña presidencial, Ivanka Trump fue la encargada de presentar a su padre. En un discurso hiperbólico y autocomplaciente, describió a Trump como un “líder empático” eclipsado por unas formas poco convencionales y se autoproclamó como “la hija orgullosa del presidente del pueblo”. Y aunque fue duramente criticada por abusar de la propaganda y de las sonrisas en medio de una crisis social y sanitaria sin precedentes, para muchos analistas políticos su discurso fue el de una líder política con sus propios (y muy ambiciosos) planes. Sin embargo, el próximo 20 de enero, cuando Donald Trump abandone oficialmente la Casa Blanca y Joe Biden ocupe su puesto, Ivanka tendrá que reinventarse. Habrá dejado de ser la asesora senior del presidente. No ejercerá ningún cargo oficial y su agenda estará totalmente despejada. Igual que la de su marido, Jared Kushner. Y por eso, una pregunta flota inevitablemente en el aire: ¿Qué hará Ivanka Trump a partir de ahora?
Como su padre, tiene mucha confianza en sí misma. Irá directamente a por el premio gordo: el Despacho Oval.»
Su vida anterior ya no existe. En 2018, su firma de accesorios y calzado echó el cierre para evitar posibles conflictos de interés con su trabajo en la Casa Blanca. Además, el retorno del matrimonio Kushner a Manhattan se antoja complicado. Su círculo más próximo, que antes de 2016 incluía a la propia Chelsea Clinton, era decididamente demócrata y no les ha perdonado su aventura política en Washington ni su complicidad con los devaneos autoritarios del presidente. Los pocos amigos que les quedan -entre ellos la empresaria Wendi Deng Murdoch o la diseñadora Misha Nonnoo y su marido, el heredero del petróleo Michael Hess- han preferido mantener su relación con los Kushner lejos de los focos por temor a ser señalados socialmente. Y la noticia de que la hija del presidente podría estar pensando en dedicarse al coleccionismo de arte de manera más profesional ha provocado una reacción de rechazo visceral entre los galeristas neoyorquinos. Según el Washington Post, “ningún galerista o artista creíble les vendería nada”. “Nada indica que estén pensando en volver a Nueva York –explica la periodista de investigación Andrea Bernstein, autora del libro American oligarchs: The Kushners, the Trumps, and the marriage of money and power–. En Manhattan, casi el 90% votó por Joe Biden. No serían bien recibidos y vivir allí implica ir por la calle, que la gente se les acerque…”.
Según Bernstein, es más probable que se instalen en el Trump National Golf Club, situado en la localidad de Bedminster, Nueva Jersey. No es una suposición gratuita. Según el New York Times, el matrimonio está ampliando sustancialmente la “cabaña” que tienen en el club propiedad del presidente, en el que también se están construyendo un nuevo helipuerto, un spa y un complejo para practicar yoga. Vivirían a un paso de Nueva York, pero con la seguridad y la privacidad que garantiza un club privado, aunque Bedminister no es su única opción.
En diciembre, los Kushner ampliaron su cartera de propiedades adquiriendo un terreno de 7.200 metros cuadrados en Indian Creek, una pequeña y exclusiva isla de Miami que apenas cuenta con 34 residencias privadas y un campo de golf. Según Page Six, el matrimonio cerró la operación desembolsando 30 millones de dólares. ¿Su anterior propietario? Julio Iglesias. Para los Kushner, el reclamo de Indian Creek es doble: privacidad a prueba de curiosos y paparazzi y seguridad al más alto nivel. Un auténtico búnker para multimillonarios en un enclave idílico en el que, en teoría, el matrimonio debería encajar sin ningún problema. No en vano, el 79% de los 53 vecinos que votaron en las últimas elecciones lo hicieron por Donald Trump. Allí han residido modelos como Adriana Lima o Elle MacPherson y cantantes como Cher, Ricky Martin o Beyoncé. Los Kushner serán vecinos de Gisele Bündchen y Tom Brady, que planean construir una mansión sostenible en la isla, pero también de sus cuñados, Joshua Kushner y la top model Karlie Kloss.
Algunos analistas políticos han interpretado esta operación inmobiliaria como el prólogo de su anunciada carrera política. De hecho, según la CNN, Ivanka podría estar considerando aspirar a un asiento en el Senado por el estado de Florida, donde los Trump cuentan con un gran capital político, pero también con la “sede” de su imperio, el resort privado de Mar-a-Lago. “Trump es muy popular en Florida – explica Madeleine Marr, periodista del Miami Herald–. Ganó el estado por 374.000 votos, el triple del margen que consiguió en 2016. Ivanka también está teniendo una gran acogida aquí. Cada vez más. Antes de Navidad, estuvo ayudando a repartir cajas de comida entre personas necesitadas en una iglesia de Miami. Se dice que podría iniciar aquí su carrera política aprovechando la gran popularidad que tiene su padre”.
Si ese fuera el plan, la hija del presidente tendría que enfrentarse al senador Marco Rubio, que en 2022 aspirará a la reelección y que es una de las figuras más prominentes y “presidenciables” del partido republicano. Sin embargo, Bernstein duda de que su futuro esté en Florida. “La razón por la que los políticos norteamericanos aspiran a un asiento en el Senado es para ganar credibilidad y reconocimiento, demostrar su habilidad para recaudar fondos y desarrollar una plataforma. Y ella, que ha sido consejera senior del presidente, ya tiene todas esas credenciales. Creo que es una forma anticuada de entender la política norteamericana. Como su padre, Ivanka Trump tiene mucha confianza en sí misma. Y por eso creo que iría directamente a por el premio gordo”. Es decir, a por el Despacho Oval. “En 2024, Donald Trump tendrá 78 años y aunque ha demostrado que le gusta el poder de la presidencia, también ha dejado claro que no le gusta el trabajo de presidente. Mientras tanto, Ivanka está haciendo todas las cosas que hay que hacer para posicionarse de cara a una campaña presidencial”.
Está en campaña permanente y siempre ha dicho que le encanta Washington.»
Pero, ¿podría Ivanka sorprender a todos, renunciar a una carrera política y volver a convertirse en una mujer de negocios o en una personalidad mediática? Obviamente, no le faltarían oportunidades para capitalizar su popularidad entre las bases republicanas, pero el mensaje que subyace a todos sus movimientos no es precisamente ese. “Su marido sí tiene más posibilidades de volver al mundo de los negocios, pero todo indica que a ella lo que le gusta es la política. Está en campaña permanente y siempre ha dicho que le encanta Washington”, explica Bernstein. “Actúa como alguien que persigue una carrera política. En su cuenta de Instagram, comparte fotos de sus hijos, de su marido trabajando en Oriente Medio, de sus viajes en África apoyando a las mujeres emprendedoras… Se puede ver cómo está construyendo el mensaje político de alguien que se apellida Trump, pero que quizá puede ser más atractiva para atraer el voto femenino”.
Además, está expresando posturas ideológicas cada vez más acentuadas. En las últimas semanas, ha marcado posición en un asunto crítico para el partido conservador, abrazando el discurso antiaborto y pro-vida como nunca lo había hecho antes. Según Bernstein, podría ser parte de una estrategia muy meditada. “Puedo imaginarme a un asesor político diciéndole: ‘La forma de ganar una elección presidencial es convencer a los 70 millones de personas que votaron por Donald Trump más algunos millones de mujeres más y la gente de los suburbios’. Y el voto pro-vida evangélico es esencial en la base electoral de su padre. Tiene que asegurarse a ese electorado y motivarlo”. Pero eso no debería ser un problema para ella. “Soy pragmática por encima de todo”, contesta si se le pregunta sobre su ambigua ideología.
Sin embargo, su horizonte político no está tan despejado como podría parecer. Tendrá que disputarse la sucesión con su propio hermano. En los dos últimos años, Don Jr. se ha convertido en una estrella emergente entre los donantes republicanos y sus aspiraciones políticas no son un secreto. Además, Ivanka se enfrenta a varias causas legales que podrían entorpecer sus planes. En noviembre, el New York Times destapó que la hija del presidente había cobrado por servicios de asesoría de la Trump Organization cuando era ejecutiva de la compañía, presuntamente con el objetivo de obtener importantes deducciones fiscales para la empresa familiar. “Esto es puro y simple acoso”, contestó airada en Twitter.
Además, la depurada imagen de la hija del presidente -cuya galería de Instagram ilustra su infatigable esfuerzo por ser la hija, esposa, madre y asesora presidencial perfecta- recibió un severo revés en noviembre. Lysandra Ohrstrom, su mejor amiga durante la adolescencia y dama de honor en su boda con Jared Kushner, publicó un retrato muy poco favorecedor de la hija del presidente en la revista Vanity Fair. “Tenía el radar de los Trump para detectar el estatus, el dinero, y el poder y el mismo instinto de su padre para arrojar a otros a los leones con tal de salvarse ella misma”. Una de las anécdotas resultaba particularmente demoledora. Cuando Ohrstrom le recomendó leer la novela de Richard Russo Empire Falls, sobre una familia de clase trabajadora, Ivanka le contestó: “Ly, ¿por qué me dices que lea un libro sobre los putos pobres? ¿Qué te hace pensar que podría interesarme?”.
A partir de este momento, Ivanka Trump también tendrá que enfrentarse a sus propias decisiones. Aunque ha sido audaz y ha evitado verbalizar o reproducir a través de las redes sociales los mensajes conspiranoicos de su padre, no se ha desmarcado de las gravísimas acusaciones de este sobre el fraude electoral y contra la esencia misma de la democracia norteamericana. Y esa es una mochila muy pesada para cualquiera que quiera ocupar algún día el Despacho Oval. Si logrará deshacerse de ella… solo el tiempo lo dirá.
La nueva vida de Melania
Después de las elecciones, y mientras su marido sufría ataques de ira en Twitter y provocaba una crisis política sin precedentes, Melania Trump empezó a mover discretamente los hilos para iniciar una nueva vida lejos de Washington. Según Kate Bennet, periodista de la CNN y biógrafa no oficial de la primera dama, lo primero que hizo fue consultar con qué presupuesto y staff contaría a partir de ahora. La respuesta fue poco satisfactoria: cero. Las exprimeras damas apenas cuentan con una pensión vitalicia de 20.000 dólares al año. Y solo si su marido fallece. Podría continuar con su trabajo en la plataforma Be Best, pero de momento sus planes son inciertos. Lo que parece probable es que firme un contrato editorial. Aunque en lugar de unas memorias (el formato elegido por Laura Bush o Michelle Obama), podría optar por un libro fotográfico de gran formato centrado en los proyectos decorativos que ha completado en la Casa Blanca.
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