A principios de los ochenta, Maradona y su amigo y manager, Jorge Cyterszpiler, eran prácticamente familia. Este último se las apañó para en tan sólo cuatro años multiplicar el valor de Diego hasta cifras que el fútbol nunca había visto. Gracias a la predisposición del Barça de Núñez, president obsesionado con el astro. Por entonces, en 1982, Maradona aún no había descubierto las drogas, aunque estaba "obsesionado con el sexo". Tanto, que aquella hepatitis B que le consumió en su primer año en el Barça, se cree que vino por vía sexual. Cyterszpiler y su entorno, compuesto por amigos de juventud de Maradona, habían convertido la vida del 10 en un no parar de fiestas al límite, adulaciones hasta más allá, y caravanas de mujeres traídas específicamente desde Madrid.
Y contaba uno de los periodistas que más le ha investigado y conocido, Emilio Pérez de Rozas a principios de los noventa (entonces en El País, luego en El Periódico), que al menos una persona con la que Maradona compartió esos años del Barça aseguraba que el Pelusa estaba enamoradísimo de Carolina de Mónaco. Y que estaba dispuesto a todo para conseguir conocerla y tener al menos una aventura con ella (su novia Claudia Villafañe, con la que se casaría en 1984, vívía en Barcelona junto a Diego y su familia) . Todo, hasta –contaba la fuente– "proponerle, casi a exigirle a Cyterszpiler que convenciera a Núñez para que el Barça aceptase jugar un partido amistoso en Mónaco y así poder entablar contacto con la princesa".
Pérez de Rozas no pudo desvelarnos quién era esa fuente pero, "y he vivido bastantes confidencias con Maradona", nos contó en conversación telefónica en 2018, "es algo que no me extraña nada de él". Sin embargo, Maradona nunca consiguió ese sueño. Ni siquiera cuando, ya en el Napoles, cambio de manager y de hábitos –más drogas, más sexo, más violencia– . Aunque a mediados de los 80, Maradona sí consiguió –contaba en su columna de El Sensacional Guillermo Coppola, rememorando sus años como agente del jugador– conocer a Carolina y a Estefanía y hasta vivir una noche en la que Alberto de Mónaco dejó una cuenta pendiente de casi 5.000 dólares en el Jimmy’z de Montecarlo que tuvo que pagar el jugador.
El otro romance deportivo argentino de Carolina
Pero Diego Armando Maradona no pudo conseguir lo que el otro ídolo del deporte argentino sí llevó a cabo en el 82: conquistar a Carolina de Mónaco. La princesa y el tenista Guillermo Vilas vivieron un romance a ritmo de torneos de la ATP mientras Inglaterra y Argentina se enfrentaban por las Malvinas. Iniciado el 11 de abril de 1982, tras recibir el trofeo del Torneo de Montecarlo de manos de Grace Kelly sobre la tierra batida del Monte Carlo Country Club. Esa noche, Vilas tuvo la ocasión de conocer mejor a la hija de Gracia de Mónaco, precisamente en el Jimmy’z.
Y vivir una historia de amor que se prolongó durante cinco meses y tuvo su escándalo inmortalizado por elfotógrafo Pascal Rostain en Hawai. Hasta que el trágico accidente en el que murió Grace Kelly en septiembre de ese año hizo que Carolina volviese a Mónaco y se olvidase de aventuras durante un tiempo. Especialmente con deportistas argentinos.
Artículo publicado originalmente el 26 de junio de 2018 y actualizado
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