‘Por la puerta grande’ es una expresión que puede usarse para indicar ‘la manera triunfal o muy digna de entrar o salir de un lugar’. En España, posiblemente debido a la influencia de la tauromaquia, somos más de emplear ‘salir por la puerta grande’. Pero con Mari Cielo Pajares y su fichaje por ‘La casa fuerte’, en Telecinco (aquí, todos los concursantes), debemos hablar de una entrada por la puerta grande. Porque la vuelta a la vida mediática de la hija de Andrés Pajares es una victoria en sí misma, un acto casi heroico, una proeza que la salva de los infiernos de las redes sociales de pago para lanzarla al cielo de los realities. Es una resurrección en toda regla. Vamos, que el 2020 sigue dándonos alegrías.
Si son amantes de la música independiente, seguramente han tarareado alguna vez la letra de la canción Mocatriz, de Ojete Calor: «Aunque voy sobrada de aspiraciones, mi única ambición es recorrer televisiones. Mocatriz, mocatriz, modelo, cantante y actriz». Mocatriz: ¡Qué gran concepto! Pues Mari Cielo Pajares lo lleva más lejos al incorporar la faceta de novelista y poetisa, con obras de gran enjundia, como ‘Memorias de una puta’, en la que explora las 50 sombras que separan a una Antonia de una Rita, los dos tipos de mujer que habitan su mundo literario y vital: las Antonias que van en bata ‘con pocas ganas de echar un polvete’ y las Ritas, ‘siempre dispuestas a complacer’. La autora ha reconocido que su obra tiene matices autobiográficos para, a continuación, declarar que no ha ejercido como pretty woman porque ya «le ha pillado mayor la cosa». Su padre, al parecer, no opina lo mismo, y la considera algo parecido cuando cuelga alguna foto ligera de ropa o, directamente, como Chonchi la trajo al mundo.
Mari Cielo escribió su novela en su refugio de Los Ángeles. Ya saben lo grande que es Estados Unidos. Y lo grande que es esa ciudad en la que se halla Hollywood, la meca de los soñadores. Pues quiso el destino que Mari Cielo tuviera como vecina a otra refugiada cultural española, Sonia Monroy, con la que hizo buenas migas. No sabemos si se pedían azúcar o sal en los momentos de crisis, aunque seguramente lo descubramos pronto, porque —en una vuelta de tuerca de un destino escrito por Iker Jiménez— ambas convivirán en ‘La casa fuerte’.
Y uno se imagina a Mari Cielo repantigada en el sofá, comiendo pipas, viendo algún culebrón turco y riéndose al comprobar que los guionistas son incapaces de superar la historia de su vida en ninguna de las tramas: ella, con un padre disfrazándose con un bigote de los chinos para asaltar su bufete de abogados, un hermano detenido por sospechoso de asesinar a Gianni Versace, una madre enamorada de un hombre con pasado turbio —incluido un matrimonio y tres hijos— y un futuro poco prometedor al salir de la cárcel de Soto del Real. Y todo ello entre acusaciones de malos tratos, amenazas con pistola, una hermana secreta, insinuaciones incestuosas, chantajes, crisis de ansiedad e, incluso, un accidente de tráfico con rotura de cráneo y pubis. Que no hay culebrón que se precie si no hay escena de hospitales. Si lo piensan bien, vive atrapada en un eterno Hormigas blancas (Telecinco).
Y no hace falta ser un lince para adivinar que la vuelta de Mari Cielo abrirá unas heridas familiares que supuran un rencor sin remisión. Nos espera la revisión de un melodrama familiar que supera, con creces, nuestra aburrida realidad.
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