Enrique Ponce ha anunciado que tomará la alternativa en el mundo de la canción del mismísimo Julio Iglesias, una faena que le convierte en el último defensor de la canción ligera española y en el primero que comienza su carrera casi con 50 años. Toda una heroicidad que puede salir muy bien o muy mal: aunque las aventuras por el mundo de la canción de los toreros nos han dejado grabaciones para el olvido (sí, pensamos en «Toa, toa, toa» de Jesulín, pero también en el «Estamos tan a gustito» de Ortega Cano), no podemos ignorar el aval tanto de Iglesias. como del divo Luis Miguel, también amigo íntimo de Ponce, o incluso de Estrella Morente quien podría aparecer en alguna de las diez canciones del disco que ya busca compañía discográfica.
Los estilos favoritos de Enrique Ponce son el bolero y la ranchera, la primera similitud por la que le postulamos como una versión torera de Bertín Osborne. De hecho, ya cantó con José Manuel Soto, la alternativa low cost del mismo Bertín, en julio de 2017, nada menos que en el Teatro Real (el documento está en YouTube). Ese mismo año, el diestro de Chiva grabó su primera canción con el grupo Materia Prima, ‘Háblame bajito’, además de compartir escenario con los hermanos Mónica, Pedro y Juan Fernández en varias ocasiones. Parece que Mónica ya ha escuchado el disco, pues ha revelado en la revista ‘Diez Minutos’ que “todo el que lo ha escuchado se ha quedado impresionado”.
La coincidencia de gustos musicales entre Enrique Ponce y Bertín Osborne redunda en un papel que va como anillo al dedo a ambos: el de galán romántico más o menos truhán. De hecho, la planta apolínea y el fenómeno fan dio un importante espaldarazo a la carrera de Bertín, quien dejó su carrera como ingeniero agrónomo y se marchó de su aristocrática casa para comenzar una carrera en la canción. Él fue la encarnación del sex appeal del hombre del sur durante años, un cetro que, a tenor de sus últimas fotos, querría ocupar Ponce
Enrique Ponce nos viene sorprendiendo desde hace meses con fotografías que desbordan el marco simbólico tradicional del torero, quizá porque comienza a diseñar la imagen que quiere dar en su inminente carrera como cantante. En este punto encontramos también similitudes con Bertín Osborne, salvando las distancias. Además, el planeta de las revistas y la prensa del corazón también va a jugar un papel determinante en la carrera del diestro:la expectación sobre todo lo que hace tienen que ver, en gran parte, con su sonada separación y su romance con Ana Soria.
Más conexiones entre Enrique Ponce y Bertín Osborne: su actividad paralela como empresarios. Ambos son conscientes de la importancia de diversificar actividad y sacarle partido a su relevancia pública. En el caso de Enrique Ponce, sus aventuras empresariales tienen que ver con su patrimonio: aparece en dos sociedades de producción agrícola que sufrieron serias pérdidas. Una de ellas cerró en 2018 con pérdidas superiores a los 185.000 euros. La otra, encargada de comercializar el aceite de oliva virgen extra de alta calidad que se elabora en su finca de Jaén, perdió en 2018 324.136 euros, casi un 90% más que en 2017. Pero, además, también ha intentado entrar en la producción de espectáculos con su empresa Crisol, que tampoco ha llegado a buen puerto.
Bertín Osborne sí ha creado todo un imperio alrededor de su figura mediática, hasta el punto de ingresar más de 2 millones de euros anuales gracias a su actividad empresarial. Su productora de espectáculos, Corporativa Ecuanor, es una locomotora, lo mismo que su empresa de vinos Bodegas Conde de Donadio de Casasola. No ha tenido suerte, sin embargo, con sus aventuras en la hostelería y ha tenido que cerrar varios restaurantes y bares. Claro que se compensa con todo lo que ingresa gracias a la publicidad para todo tipo de productos, desde yogures a marcas de conservas.
En realidad, Enrique Ponce tiene todas las de perder siguiendo los pasos que hace algunas décadas ya exploró Bertín Osborne, precisamente por una cuestión de fondo que no parece tan evidente a la hora de comparar las carreras de ambos. El factor que explica el triunfo de uno frente al fracaso del otro no tiene nada que ver con el talento en la canción, el físico más o menos arrebatador o la gestión empresarial. Sencillamente, Bertín Osborne es un comunicador y un vendedor extraordinario, mientras que Enrique Ponce resulta en cámara parco en palabras, tímido y escasamente seductor.
Tampoco podemos pasar por alto el contexto. Puede que en los años 80 y 90 Bertin Osborne arrasara con boleros y rancheros, pero resulta complicado pensar que hoy, en pleno boom de los ritmos latinos, vaya a repetirse la historia. Su destino serán los pequeños conciertos para nostálgicos convencidos, amigos y conocidos de su generación o más allá, pero en el panorama general de la música no tendrá ninguna trascendencia. El productor Alejandro Abad lo ha confirmado: «Su voz encaja en un estilo de coplas y rancheras que le va perfecto y que actualmente tiene poca demanda». Por algo Bertín se pasó de la canción a la televisión.
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