“Mira qué propia Ana. Tiene un ropero detrás porque trabaja en Vanity Fair”, ríe la actriz Candela Peña con el actor Raúl Arévalo, protagonistas del recién estrenado largometraje ‘Black Beach’, cuando se encienden las cámaras de nuestra entrevista virtual. El buen rollo que ambos demuestran durante nuestra charla se equipara a la conexión que comparten en la última película del director Esteban Crespo, ganador de un Oscar a mejor cortometraje de ficción por Aquel no era yo. Cada uno en su casa, nos transportamos a través de la conversación a África, a un Toledo infernal (por su temperatura en agosto) y a los desolados cines, donde el bullicio de las salas es cosa del pasado tras la crisis sanitaria.
Black Beach es un thriller de acción, con tintes políticos, que se presentó en el pasado Festival de Cine de Málaga y que se puede ver en los cines desde el 25 de septiembre. Un filme que cuenta la historia de Carlos (Raúl Arévalo), un alto ejecutivo a punto de convertirse en socio de una gran empresa que recibe el encargo de mediar en el secuestro de un ingeniero de una petrolera americana en África. Allí conoce a Alejandra (Candela Peña), una española afincada en el país que le ayuda con su misión.
“Tengo la teoría de que los guiones te escogen a ti. Como los libros. Y por diferentes cosas, los aceptas. No fue la historia lo que me llamó la atención. Fue África y la posibilidad de rodar con Raúl Arévalo. Si África no te hermana, no te hermana nadie”, afirma Candela.
Durante el rodaje –por Ghana, Bruselas, Gran Canarias, Madrid y Toledo– vivieron todo tipo de aventuras. “Es un thriller con trama política que empieza en Bruselas y se convierte en un thriller de acción que acaba en África con Candela y yo como Tom Cruise y Scarlet Johansson”. Peña nos asegura que después de este rodaje ya no es actriz ni modelo sino "precision rider”, por sus escenas de acción al volante en las que, aunque había especialistas, ella quería protagonizar.
Aunque a la catalana lo que más le marcó fue “la escena del río” durante su rodaje en Ghana, donde le tocó de lleno el shock cultural. "Todo tan fuerte para nuestra cabeza pija primermundista que nos impactó mucho”. Arévalo sin embargo, le quita hierro al rodaje en este país y coloca a la ciudad de Toledo como el verdadero núcleo del drama. “Parece un chiste de promoción. Después de dos meses en África, donde nos cuidaron muchísimo y todo lo que recibimos fue bueno, y de viajar por medio mundo, fue en Toledo donde el golpe de calor hizo que cinco personas del equipo técnico acabaran en el hospital. Parece absurdo, tanto prejuicio con África y cinco personas acaban con garrapatas a 48º a la sombra”.
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Cuando les preguntamos cómo resumirían esta película, ambos coinciden al unísono en que “hay ciudadanos de primera y de segunda”. “Y no veo que eso cambie”, enfatiza el actor madrileño, “Desgraciadamente sigue sin valer lo mismo la vida de un negro que la de un blanco, ni es lo mismo haber nacido aquí que haber nacido allí”. “Ni vale lo mismo la vida de una mujer que de un hombre”, concluye Peña.
Ambos habían coincidido anteriormente en largometrajes como Las ovejas no pierden el tren (Álvaro Fernández Armero, 2015) y El patio de mi cárcel (Belén Macías, 2008). “Aunque a penas en escenas. “Candela es mi actriz favorita y siempre he querido trabajar con ella. Me caía muy bien pero no sabíamos si nos íbamos a llevar bien o íbamos a chocar. Y ha sido como una hermana mayor porque me saca mucha experiencia”. A esta última declaración, la actriz le replica: “Vaya rollo tienes con la edad. Como una hermana y punto”, ríe. “Raúl no es lo que parece. Ni yo tampoco. Y eso ha sido lo alucinante de nuestro reencuentro. Es de las personas más trepidantes que he conocido en mi vida”.
Presentación de #BlackBeachFilm ?? en @festivalmalaga #equipazo @raularevaloz @candela_penya @melmtthws @lidianenne #emiliobuale @dmmangual @dnaranjovilla
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En relación al estreno de la película, se plantea el dilema de cómo podría afectar a su distribución con la cuestión del pandemia vigente. Lo que para muchos es una ventaja que las salas hayan reducido su aforo (en muchos casos hasta el 70 por ciento) para la industria es un duro golpe. Un hecho que se compagina con la anulación de rodajes en nuestro país, tanto nacionales como internacionales, de series de televisión y publicidad, y que también ha afectado a otros sectores culturales como el teatro, los museos y los festivales de música. Con respecto a esto, los actores se ponen serios.
“Durante el confinamiento la gente se ha dado cuenta que ha sobrevivido gracias a la cultura. A la música, los libros y a las plataformas de entretenimiento. Y esas plataformas necesitan seguir haciendo contenido. Nosotros ya hemos rodado en el contexto del COVID-19. Y te digo que se puede. Eso sí, nos tienen que poner facilidades. Nos tiene que ayudar el Gobierno. Más los Gobiernos de izquierdas que la cultura los ha apoyado tanto siempre. No están dejando tirados. Que no llenen los trenes y los aviones, y los teatros y los cines los dejen vacíos. Igual no somos la gran inyección económica del país pero mira qué bien os hemos venido a todos en su momento. Incluso a los ministros, que todos se han ido de vacaciones. Habrán visto alguna película en alguna plataforma”, nos cuenta indignada Peña, “Nos vamos al garate. Los ministros pasarán pero la cultura va a prevalecer. Por ejemplo, Billy Wilder no está aquí pero su cine sigue entre nosotros”. “Bravo”, apuntilla Arévalo.
“Pablo Iglesias habló hace unos días con García Egea para recomendarle una película. A ver si un día les oigo hablar de la cultura. No sólo los tweets de “qué guay esta serie”, apunta Peña.
A su vez, ambos animan a los espectadores a que vuelvan a las salas. “Animo a la gente no sólo a ver Black Beach, sino a ir al cine en general. Porque el cine es seguro y está demostrado. Animo a la gente a que vaya sin miedo. Aunque no voy a obligar a nadie a que vaya, evidentemente”, dice Raúl. Candela responde: “¡Yo sí que los obligo! Al cine y al teatro. Al Teatro Kamikaze, a la Abadía a que vean a Àlex Rigola con una versión de La Gaviota maravillosa, a que vayan a la Tabacalera a que visiten la exposición de un fotógrafo buenísmo [Ramón Masats] y que los niños vean lo que era la España de los años 40 y 50. Que la gente se tire a las calles porque somos cultura. Y la cultura nos hará libres”.
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