En medio de este aciago 2020 marcado por la crisis del coronavirus, la boda sorpresa de Natalia Vodianova y Antoine Arnault ha sido, sin duda, una de las noticias más bonitas que podíamos dar para estrenar otoño. La supermodelo y el heredero del imperio LVMH, que anunciaron su compromiso a finales de 2019, han decidido continuar con sus planes de matrimonio a pesar de la pandemia y se han dado el ‘sí, quiero’ en París en una ceremonia civil oficiada por la alcaldesa de la ciudad en el Ayuntamiento del ’16ème arrondissement’ de la capital francesa, uno de los distritos más exclusivos de la ciudad.
Después de una década juntos y una bonita familia numerosa (la pareja tiene dos hijos en común y, además, la supermodelo tenía otros tres de una relación previa con el lord británico Justin Portman), Natalia Vodianova y Antoine Arnault han sellado su amor en una ceremonia que, lejos de ser la boda del año que prometía, se ha visto reducida a una ceremonia íntima, pero muy romántica, en la que nos hemos podido ‘colar’ gracias a una foto y un mini vídeo que la propia modelo ha compartido en su cuenta de Instagram.
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La historia de amor de Vodianova y Arnault comenzó, aunque la supermodelo casi ni se acuerde, durante una sesión de fotos de la firma Louis Vuitton en 2008 (de la que el heredero de LVMH era entonces director de comunicación), cuando ambos tenían otras parejas. Poco después, él rompió su anterior relación y, al enterarse de que ella se había divorciado, decidió proponerle una cita a la que la rusa (frágil e insegura según se confiesa) fue dando largas hasta que, al final, accedió a tomar una copa con vistas a París en el apartamento del empresario. Eso sí, dicen que no se dieron ni un beso. En la segunda surgió el flechazo y, a las pocas semanas, Antoine Arnault estaba conociendo a toda la familia Vodianova (a sus padres y a sus tres hijos incluidos) en su casa de vacaciones de Ibiza, a escasos diez minutos de la mansión en la isla del magnate de la moda. El resto, es historia y pasa por una mudanza de Londres a París, una familia numerosa con cinco hijos (dos en común), y, una década después, una boda sorpresa en plena pandemia.
Aunque al grupo LVMH pertenecen las firmas más exclusivas de moda (de Dior a Loewe, pasando por Louis Vuitton, Fendi, Celine, Marc Jacobs, Pucci, Kenzo o Givenchy), para su ‘sí, quiero’ con Arnault, Natalia Vodianova ha recurrido a sus orígenes y ha elegido un maravilloso vestido de novia de la colección de Alta Costura de la diseñadora rusa Ulyana Sergeenko: un romántico conjunto de dos piezas de inspiración vintage en color marfil que combinaba una blusa de hombreras marcadas con cuello camisa, bordado rosa en contraste en el canesú (que enlaza, también, con los vestidos típicos del país de origen de la modelo) y cinturón con una sencilla falda midi vaporosa. Como complementos, la novia no ha necesitado más que unos sencillos salones blancos y un bouquet silvestre. El novio, por su parte, sí ha ‘barrido para casa’ y estaba impecable con un traje azul de Berluti.
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