Ayer fue un día tenso para Rocío Carrasco. Desde primera hora de la mañana, cuando la revista ‘Lecturas’ sacaba dos informaciones que le hacían referencia, de una manera más o menos directa. La primera de ellas, la entrevista de Carmen Borrego en la que aseguraba que esta jamás perdonará a su hija. La segunda, que Carrasco que demandado a Antonio David, de nuevo (en esta ocasión por acusarla de ser mala madre).
Precisamente por ahí iban los tiros del incómodo momento que viviría por la noche, en el plató de ‘Lazos de Sangre’. Tras haberse ausentado una semana atrás, en el capítulo dedicado a Concha Piquer para evitar tensiones, se sentaba de nuevo en su silla para analizar el espacio dedicado a Paco de Lucía. Hasta ahí, nada extraño.
¿Qué pasaba? Que Rocío se daba por aludida cuando sus compañeros pronunciaban la expresión «madre ausente«. Se sentía tan observada, que las miradas se les iban hacia ella, que terminó por hacer un reflexión en voz alta que va a traer mucha cola en los próximos días por toda la situación que la rodea desde hace años con sus hijos.
«Se habla de madre ausente y ya me miráis a mí«, expresaba en voz alta, con un tono de cierto nerviosismo y dejando descolocados a sus compañeros, que no habían hecho la misma interpretación que ella de lo que acababa de suceder.
«Yo la ausencia de mi madre no la he sufrido, no la he vivido… Aunque haya ausencia cuando se es un buen padre o madre no se siente esa ausencia», añadía, como intentando arreglar lo que acababa de vivirse y antes de que Carmen Ro diera la puntilla a un momento tenso con una sentencia tajante y que daría por sí sola para un debate: «Mejor la ausencia de una buena madre que la presencia de una mala madre«.
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