La polémica por los carteles de series de Netflix y HBO (Patria, Guapis) arrasa en las redes sociales

Si una imagen vale más que mil palabras, dos pueden hacer correr ríos de tinta. El cartel de Patria, la serie de HBO basada en el best-seller de Fernando Aramburu, ha despertado la indignación de miles de personas al mostrar, con idénticas dimensiones, dos fotogramas que muestran a una víctima de ETA y a un terrorista torturado en prisión. No es la primera vez que un cartel se convierte en el centro de una virulenta controversia. Netflix acaba de retirar el de la película francesa Guapis, que mostraba a un grupo de niñas en actitud sensual; y, tirando de memoria, recordamos las memorables (y escandalosas) promociones de Narcos (Oh, blanca navidad) y de Fe de etarras (ese ‘yo soy español’ tachado). Pero ¿cuándo nos encontramos ante un error de concepto, ante una provocación y ante una deliberada maniobra publicitaria?

En el caso de Patria, todo parece indicar que se trata de un error o de la opinión personal de alguien del departamento de publicidad. El autor de la novela en que se basa la serie, Fernando Aramburu, ha declarado esto: “Atribuyo el cartel a una estrategia de márquetin que no comparto. Incumple una norma que yo me impuse cuando escribí mi libro: no perder de vista el dolor de las víctimas del terrorismo, tratarlas con la empatía y el cariño que merecen. La serie, en mi opinión, sí lo hace”.

Muy diferente es el caso de Guapis, una película francesa que Netflix España estrena el 9 de septiembre y que narra la historia de una niña senegalesa que llega a Francia y se une a un grupo de baile sensual con sus amigas para sentirse aceptada. La plataforma lanzó un cartel promocional que presentaba al grupo de niñas protagonistas en poses sexualizadas, y el escándalo estalló: se pidió la retirada de la cinta, se habló de pedofilia y sexualización infantil… Netflix se disculpó y retiró el cartel. Lo curioso es que el póster original de la cinta era mucho más inocente y que la película es, en realidad, una denuncia de esa sexualización. ¿Acaso fue todo unamaniobra de la plataforma para atraer la atención sobre un estreno menor?

No es que Netflix tenga miedo a la polémica. Los carteles de la serie Narcos (Oh, blanca navidad o Sé fuerte: llega Narcos) eran totalmente deliberados (y, reconozcámoslo, divertidísimos), y vivieron su propia polémica, sobre todo porque a los ciudadanos colombianos les pareció una frivolización de un problema muy serio en su país. Los “Querrás tragártela enterita” o “Cuenca, te vamos a poner mirando a Netflix”, de Sex education iban en la misma línea. Y también la promoción de la película Fe de etarras vivió su controversia a través de un cartel: El que rezaba ‘Yo soy español, español, español’, con la nacionalidad triplemente tachada, una curiosa forma de definir el conflicto de los hinchas futboleros y terroristas vascos ante los triunfos de la Roja. La película, por cierto, era mucho menos polémica que su material promocional, pero aun así la controversia acabó en los tribunales.

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