Pocos miembros de la realeza pueden decir que conspiraron contra un dictador fascista y desearon haber llevado un arma a una reunión con otro, pero este es el caso de la reina María José, la última reina de Italia, que reinó solo 35 días.
Nacida como princesa Marie José Charlotte Sophie Amélie Henriette Gabrielle de Bélgica el 4 de agosto de 1906, fue la hija menor y única del futuro rey Alberto I de Bélgica y la duquesa Isabel de Baviera. Una niña hermosa e inteligente, siempre apasionada de las artes, y en particular por la música, que estudió violín con Eugène Ysaÿe, apodado ‘El Rey del Violín’.
Durante la Primera Guerra Mundial, fue enviada al Reino Unido para estudiar en un convento de Essex, antes de mudarse a Florencia, Italia, para estudiar en un internado para niñas, el College of the Santissima Annunziata. Fue en Essex donde conoció a su futuro esposo, el príncipe heredero Humberto de Italia, príncipe de Piamonte, a quien se había prometido desde su infancia, después de que sus padres arreglaran un matrimonio. De hecho, se había escrito y especulado mucho sobre sus perspectivas de matrimonio a lo largo de su juventud, siendo una de las pocas hijas de una familia real reinante.
La pareja se casó en 1908 en una ceremonia de cuento de hadas, la bella princesa y el apuesto príncipe, en la Capilla Paulina del Palacio del Quirinal en Roma, Italia. Sin embargo, el día no tuvo un buen comienzo. Desafiando la superstición, Umberto insistió en ver a su novia antes del enlace para comprobar que todo estaba perfecto respecto a su vestido (que también había ayudado a diseñar). Cuando descubrió que las mangas habían sido cosidas de manera incorrecta, exigió que se las cambiaran (se las quitaron, y llevó guantes blancos para cubrir sus brazos), y lo ralentizó todo.
Fue en su boda donde María José demostró por primera vez que no estaba dispuesta a dejarse intimidar por el dictador fascista de Italia, Benito Mussolini. Mientras que su suegro, el rey Víctor Manuel III, y la Casa de Saboya en general estaban ciegos al peligro que él proponía para el país (y la monarquía), negándose a hablar en contra de sus políticas raciales, entre otras cosas, la nueva princesa de Piamonte se enfrentó a él, negándose a firmar en el registro de bodas con un nombre con sonido más italiano, ‘Maria Giuseppina’, como había aconsejado Mussolini. La rúbrica llevó su propio nombre.
Durante la Segunda Guerra Mundial, comenzó a conspirar contra Mussolini, intentando negociar una paz con los Estados Unidos a espaldas de sus suegros a través de una reunión con el futuro Papa Pablo VI y reuniéndose regularmente con intelectuales antifascistas. Se puso en contacto con opositores al régimen, incluida la Resistencia italiana, a quienes suministró dinero y armas. Después de su muerte, el hijo de Mussolini reveló que los dos habían tenido una aventura, y en una entrevista de 1993 ella reconoció su fuerza diciendo: "Era un león. Yo también soy un león. Y ambos nos temíamos el uno al otro".
Cuando Adolf Hitler invadió Bélgica, su tierra natal, ella actuó rápidamente, organizando una reunión para pedir un mejor trato a su hermano, el rey Leopoldo III, que estaba confinado en uno de sus castillos, y a su pueblo que estaba hambriento. A pesar de su negativa, quedó bastante impresionado con su belleza, y luego dijo que tenía los ojos "del color del cielo alemán". Por su parte, ella no estaba tan impresionada y añadió más tarde que hubiera deseado haber cogido una pistola para matarlo: "Creo que habría tenido la fuerza para hacerlo".
Cuando su esposo ascendió al trono el 9 de mayo de 1946, Italia se encontraba en medio de una crisis constitucional, y la Casa de Saboya ya no era tan popular entre el pueblo italiano como lo había sido una década atrás. Se vio a la pareja como mejor opción que el rey Víctor Manuel, retirado a su favor, pero lamentablemente la suerte estaba echada y ya era demasiado tarde. Se fijó un referéndum para el 2 de junio y la monarquía fue abolida por votación. El rey Humberto y la reina María José habían reinado solo 35 días.
Después de la abolición de la monarquía, la pareja real se exilió y se le prohibió regresar al país nunca más. Se establecieron en Portugal y tuvieron cuatro hijos pero cuando se separaron María José decidió llevarse a los niños con ella a Suiza. Debido a su educación católica, ninguno creía en el divorcio, por lo que nunca firmaron legalmente la separación a pesar de vivir uno lejos del otro hasta la muerte de Umberto en 1983. Incluso asistían a eventos juntos ocasionalmente.
Desde Suiza, pasó su tiempo persiguiendo su interés en las artes. Creó una fundación musical, Fondation du Prix de Composition Reine Marie-José, que todavía concede premios a músicos talentosos. Vivió en México durante unos años con su hija, la princesa María Beatriz, y sus nietos, pero falleció como consecuencia de cáncer de pulmón en una clínica de Ginebra a los 94 años.
Muchos dijeron que la aflicción de los italianos después de su muerte fue lo que abrió el camino para que su nieto, Emanuele Filiberto de Saboya, Príncipe de Venecia, pudiera regresar a Italia solo un año después, en 2002, sin haber puesto nunca antes un pie en el país.
Artículo publicado en Tatler y traducido. Lea el original aquí.
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