Ramón y Manolo, Manolo y Ramón, el Dúo Dinámico, se hicieron un hueco importante en nuestro corazón a lo largo de toda su carrera con canciones inolvidables como ‘Quince años tiene mi amor’, ‘La, la, la’, o ‘Resistiré’, que se ha convertido en el himno de la lucha contra el coronavirus, y otras que formaron parte de nuestra adolescencia y juventud. Dos cantantes que pese a sus éxitos siguen conservando esa cercanía y humildad de la que hicieron gala durante 60 años, tanto con el público como con la prensa.
Una vida cargada de momentos inolvidables, de anécdotas, de personajes, de historias vividas juntos y en solitario, y que Ramón ha recogido en su nuevo libro ‘Soy un truhán, soy un señor (o casi)’, de la Editorial Planeta. Con él he podido charlar a través de whastapp, ya que se encuentra en Miami con Shura, su esposa, donde tiene su cuartel general.
Ramón, dicen que la memoria es muy selectiva. ¿Ha tenido que echar mano de sus diarios para hacer la selección de sus vivencias?
Pues la verdad es que no. No tengo diarios, pero no me han hecho falta. Alguna cuestión de fechas, etc. y algún dato los he buscado en la ‘wiki’, no lo voy a negar, pero sólo cosas muy puntuales.
En los 60 años de profesión no parece que haya dejado cadáveres en el camino, ¿me equivoco?
Pues no, porque ni soy (ni somos, incluyo a Manolo) así, ni nos ha hecho falta. Y si lo hicimos, fue de forma inconsciente. Siempre pensamos que si no teníamos más éxito era solamente culpa nuestra, de nadie más.
¿Qué queda de aquel muchacho que cantaba jotas siguiendo la tradición de su padre?
Ja, ja… El otro día, en una entrevista con Radio Aragón, me pusieron un trozo de esa jota. Tendría yo entonces 11 o 12 años, con voz de niño, pero cantando muy afinado y con estilo. Voy a tratar de recuperarla. Han pasado muchos años y los recuerdo con añoranza. Ahora, en algunos conciertos y para fastidiar a Manolo, canto una jota a dúo con el navarro Juan Muro, nuestro saxo en la orquesta. Y la aplauden mucho. Hasta en el Liceo de Barcelona…
¿Haber vivido las miserias de la postguerra le ha servido para valorar lo que ha conseguido?
Sin duda. El haber vivido escaseces te hace más fuerte. Nuestro único deseo era ser mejores para la sociedad que nuestros padres, que ellos estuvieran orgullosos de nosotros. Ahora, ¿cómo es posible que regalen becas a estudiantes que no lo merecen con sólo un 5 sobre 10 o pasen cursos con varias asignaturas cateadas? Eso no ayuda a I+E, ni a educar a los que se supone deben dirigir España en el futuro.
Su unión con Manuel de la Calva es una de las más duraderas de la canción. ¿Cómo lo consiguieron siendo tan distintos?
Quizá por eso. Y por el respeto que nos profesamos: hemos discutido muy poco. Y porque el éxito une, una ley tan cierta como la de la gravedad.
Al contrario de lo que ocurre ahora, el éxito es fruto de su trabajo ¿Esa es la clave?
Nada es gratis, Rosa. Sin esfuerzo no se avanza. En tu vida pasan trenes que has de coger a tiempo, y saber buscar oportunidades. Nosotros, que veníamos de familias humildes, sabíamos lo dura que era la vida, la que llevaban nuestros padres. Otros prefirieron no levantarse o coger el tren de las drogas. No fue nuestro caso.
Se conocieron en la mili. ¿Alguna anécdota?
Nos conocimos unos años antes en Elizalde, que era una empresa que había fabricado un coche famoso mundialmente, el Hispano Suiza. Nuestro paso por el ejército merecería un libro aparte, porque a veces las pasábamos muy canutas, y otras, nos saltábamos las normas. Probablemente la música nos salvó de estar condenados a cadena perpetua.
Hicieron furor entre las quinceañeras. ¿Qué papel desempeñaron las fans en la carrera de los artistas de aquella época?
Pues en el fondo, parecido a las fans de los artistas de ahora. Lo que cambia es que las redes sociales han ampliado el espectro y juega tanto la música como sus circunstancias. Las fans han sido imprescindibles para nuestra carrera. Nuestra relación con ellas ha cambiado: ahora somos amigos. Hay varios grupos de Valencia, Barcelona, Madrid, que vienen a cada uno de los conciertos que hacemos por toda España, y es increíble. ¡Gracias, chicas!
La radio era el medio con más poder, que no ha perdido pese a la tecnología. ¿Cómo influyó en su carrera?
Fue fundamental. Cuando empezamos no existía la televisión, y la radio era lo que funcionaba. Íbamos por las emisoras a cantar con la guitarra las canciones que habíamos grabado porque entonces las discográficas no enviaban el disco a las emisoras. Era –y todavía lo es–, el mejor medio para difusión de la música.
¿Por qué han perdido interés festivales como el de Eurovisión?
Porque se han convertido en un derroche de luz y de color, donde los escenógrafos y la luminotecnia lideran el espectáculo, habiendo pasado la canción a un segundo plano. Ocurre como en los mundiales de fútbol: juegan cien naciones y al final siempre gana Alemania. En Eurovisión siempre ganará un país báltico: son mayoría y se reparten los votos.
Trabajaron con Marisol, ¿cómo era fuera de cámara?
No la tratamos fuera del rodaje, aunque coincidimos en actuaciones, pero tuvimos un trato muy cordial. Hace unos años tuvimos ocasión de volver a verla en el teatro de Málaga, donde iba a actuar su hija y donde horas antes habíamos cantado nosotros. Bella y amable, como siempre.
¿Le sorprendió que se recluyera en su Málaga natal?
Cada uno toma las decisiones que toma. Puede ser que estuviera harta de la farándula, todos lo hemos estado en alguna ocasión. Quizá su deriva ideológica influyera, no sé.
¿Por qué a los artistas les cuesta retirarse a tiempo?
El artista en general vive en una nube y le cuesta admitir que otros como él empujen desde atrás. Nosotros nos retiramos en el 73, y creo sinceramente que fue beneficioso para nuestra carrera, a pesar de que fue duro. Luego en el 78 nos volvieron a llamar y vimos de nuevo la puerta abierta. Hasta hoy. Pero en esos casi seis años de ‘penitencia’, nos abrimos a otra profesión, la de productores, y logramos ponernos en el mapa. Nada es fácil ni gratis: el que piense otra cosa, se equivoca.
Compusieron el ‘La, la, la’, para Joan Manuel Serrat. Razones políticas aparte, ¿fue un acierto enviar a Massiel a Eurovisión?
Es que no había otra, además de que, visto lo visto, no cambiaríamos ni un pelo de cómo fue todo. Una vez retirado Serrat por su propio deseo, o por la intransigencia de TVE entonces, nos llamó Juan José Rosón, director de TVE, para decirnos que estuviéramos preparados, que íbamos a ir a cantar nuestra canción a Londres. Pero la compañía de Joan Manuel en castellano, Zafiro, puso el grito en el cielo, y logró que otro artista suyo, Massiel en este caso, ocupara el lugar de Serrat. Y Massiel bordó nuestro ‘La, la, la’, y vencimos, nada menos que en la meca del pop entonces, teniendo como mayor contrincante a Cliff Richard y su ‘Congratulations’.
Serrat fue testigo de su boda. ¿Sigue manteniendo relación con él?
Tenemos poca relación ahora por cuestiones de distancia y de trabajo, pero es buena. En 2012 nos llamó porque quería participar en un disco que hicimos con nuestras mejores canciones con amigos artistas: Miguel Ríos, Lolita, Julio Iglesias, Alaska, Diana Navarro, Los Pecos…, y cantamos al alimón… ‘La, la, la’. Él en catalán y nosotros en castellano.
En esos años 70 tuvieron un bajón. ¿No estaban preparados para un cambio de roles?
Era el tiempo de la canción protesta y la música folk, bastante aburrido, por cierto. Los futuros políticos del PSOE y del PCE especialmente, propiciaban esos conciertos para reunirse sin que los grises les persiguieran. Cuando el periodista de turno la primera pregunta que nos hacía era siempre: ‘¿Qué mensaje quieren llevar con sus canciones…?’, pensamos que era momento de retirarnos. En el 78 la gente quería volver a divertirse y nos llamaron, y aquí estamos.
Una retirada con luz y taquígrafos.
En el 73, llamamos a José Mª Íñigo y le dijimos que queríamos despedirnos en su ‘Estudio abierto’. Cantamos y dijimos adiós para siempre. Creíamos.
Con la llegada de Julio Iglesias su vida cambió radicalmente. ¿Qué vio en Julio que no tenían otros?
Julio ya era popular en España, en Europa y en Sudamérica. Pero yo diría más bien, qué vio él en mí. Había compuesto una canción, Soy un truhán, soy un señor, que es parte del título de este libro, y pensé que era idónea para él. Llamé a Manolo de la Calva, que era director artístico de su compañía de discos, quedamos un día, se la canté y ahí empezó mi colaboración con él.
¿Qué tiene Julio para que convierta en éxito todo lo que canta?
Julio pone emoción en cada una de las sílabas de una canción, cosa que consiguen muy pocos, y transmite. Las palabras en su voz adquieren otra dimensión.
¿Cómo es componer para Julio?
Julio es muy culto, y ha escrito canciones memorables, como su primer éxito, La vida sigue igual, que es un compendio filosófico de la vida. Las canciones salen cuando estás inspirado, cuando algo pasa ese día que te da una idea, o porque sabes que a fin de mes has de pagar el recibo de la luz. Todos aportábamos ideas. Visto en la distancia, reconozco que lo hicimos muy bien.
¿Es difícil la convivencia con Julio Iglesias?
Yo me he sentido libre, no a sueldo de… Igual que con Manolo: estábamos juntos porque nos iba bien, sin ataduras. No me sentí atado a Julio: nos compenetrábamos bien y nuestro matrimonio duró casi 18 años.
Ha conocido a todas sus mujeres. ¿Miranda es el descanso del guerrero?
Cuando conocimos a Miranda en 1992, en Bahamas y grabando el disco ‘Calor’, tanto Shura, mi esposa, como yo, intuimos que iba a ser la mujer de su vida. Fuimos viendo que se hacía poco a poco un hueco imprescindible en la vida de Julio. Eso es parte del amor. Y han tenido cinco hijos maravillosos.
Mucho se ha escrito sobre las diferencias de Julio y Enrique. ¿Qué hay de cierto en esta historia?
Sé más o menos lo mismo que todo el mundo. Yo conocí y estuve muchos ratos con Enrique de niño, cuando venía a ver a su padre al estudio o en la casa. En 1995 Enrique decidió volar solo y coincidió con mi separación con Julio. Entonces seguí su historia como todos. Parece ser que durante años no se trataron, pero un Año Nuevo, en 2017, nos encontramos mi mujer y yo en casa de Julio con la sorpresa de que éste había invitado a la comida a Enrique y a Julio José. Vi entre ellos un trato cordial, pero quizá distante.
Se casó hace 50 años con Shura: un ejemplo para quienes piensan que la convivencia es la tumba del amor.
Cincuenta años, y cuatro más antes, de roneo. Nos casamos algo mayorcitos, y eso ayuda. Llega un momento en que deseas asentar la vida. Shura y yo nos compenetramos, tenemos los mismos gustos, y hemos corrido pequeñas aventuras juntos. Amor es limpiar las gafas de tu pareja cuando ésta no te está viendo. Pues eso.
¿Qué admira de su mujer?
Ha sido inspiración para alguna de mis canciones, está dispuesta a correr riesgos conmigo, no discutimos nunca. Cocinamos a medias y lavo más platos en casa de los que dice que lava Bertín Osborne.
¿Esperaba que ‘Resistiré’ se convirtiera en el himno de la esperanza contra el Covid-19?
No de antemano. No obstante, la canción que compuso mi compi Manolo de la Calva, con ese título tan vibrante y con la frase, ‘soy como el junco que se dobla, pero siempre sigue en pie’ que le dio a Carlos Toro, para que éste hiciera la letra más brillante que conozco desde ‘Mediterráneo’, de Serrat, donde cada línea, cada frase tiene valor por sí misma, es un compendio de la lucha del hombre ante la adversidad y de esperanza. Ya nos la habían pedido cientos de veces en estos 32 años para campañas contra el cáncer, asociaciones de todo tipo, y recibido miles de testimonios de personas que se habían agarrado a la canción como bote para salvar sus vidas. No es extraño que en esta pandemia se pensase en ‘Resistiré’.
¿El lugar donde uno nace nos hace?
Yo nací en la entonces republicana Barcelona, al final de 1936, y soy más bien monárquico –Felipe VI es lo mejor que tenemos–, y me considero un ciudadano español y del mundo. Creo que los nacionalismos, aparte de su componente pseudo-xenófobo, son retrógrados, pertenecen a otras épocas no compatibles con un mundo tan globalizado como el nuestro de hoy.
¿QUIÉN ES RAMÓN ARCUSA?
Nació en Barcelona el 10 de diciembre de 1936. De niño estudió en el Conservatorio Municipal de música en Barcelona y, siguiendo la tradición paterna, aprendió a cantar jotas.
Con 16 años se incorpora al departamento de delineantes de la fábrica Elizalde, S.A., dedicada a la fabricación de motores de aviación. Estudió Peritaje industrial. Es ahí donde conoce a Manuel de la Calva yforman el Dúo dinámico. Juntos filmaron cuatro películas como protagonistas.
En 1968, Ramón y Manuel componen para Joan Manuel Serrat la canción ‘La, la, la’, elegida para ir a Eurovisión, y que finalmente cantaría Massiel, ganando el festival. En 1977 comienza a colaborar con Julio Iglesias. Ramón había compuesto ‘Soy un truhán, soy un señor’, que Julio estrenó en TVE la noche de las primeras elecciones democráticas. A finales de los 70 el Dúo dinámico decide retirarse, pero pocos años después el público les reclama y vuelven. En 2019 celebraron 60 años en la música. Ramón acaba de publicar ‘Soy un truhán, soy un señor’ (Ed. Planeta).
BREVES RESPUESTAS A GRANDES PREGUNTAS
¿Habla catalán en la intimidad?
No, ni casi inglés, que es el idioma materno de Shura. Los idiomas son para entenderse, nunca para hacer política con ellos.
¿Cuál sería el balance de su vida?
Me ha gustado vivir lo que me ha tocado, o lo que he buscado, y he tenido una profesión que hacía felices a muchos. No puedo pedir más.
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En 1970 Ramón se casa con Shura, con quien ya llevaba cuatro años ‘de roneo’. Y siguen felizmente unidos. «Shura y yo nos compenetramos y tenemos los mismos gustos», confiesa el músico.
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