A pesar de ser la portavoz del PP en el Congreso, a Cayetana Álvarez de Toledo se le han limitado algunas funciones comunicativas. Si en durante la pandemia quedó claro quefiguras como la de Ana Pastor y Cuca Gamarra estaban actuando de contrapeso para equilibrar el verbo duro y polemista de la portavoz, ahora es su ausencia en las campañas de los comicios vascos y gallegos la que demuestra que a Álvarez de Toledo su partido prefieredosificarla y elegir bien en qué batallas exponerla.
Esa estrategia no es fruto de la pandemia. En la campaña para las elecciones generales que se celebraron en noviembre ya se apreció: mientras Ana Pastor le daba la mano al creador de Tadeo Jones, Pedro Solís, en un acto de campaña, Cayetana Álvarez de Toledo se batía el cobre en Cataluña. “En Vic, con la Cataluña golpista”, decía uno de sus selfies. El otro, se lo hizo debajo de un grafiti de Carles Puigdemont en el que podía leerse “Never Surrender”, a lo que la número 1 del PP por Barcelona acompañó en sus redes con un: “Churchill y nosotros tampoco”. Antes estuvo en el Círculo Ecuestre, donde le dijo al rey Felipe VI que no se sintiera en casa, porque Cataluña ya era su casa y de escuchar a Irene Montero pedirle que rectificara y reconociera que "solo sí es sí", en referencia al rifirrafe a cuenta del consentimiento sexual que tuvieron en el último debate electoral. Un programa agotador, pero cuando tocó ir al debate de mujeres que celebró La Sexta el partido no eligió a la marquesa de Casa Fuerte .
En su lugar fue Pastor,que fue ministra con José María Aznar (Sanidad) y con Mariano Rajoy (Fomento) y vino a devolverle al PP algo de ‘rajoyismo’: hablar con calma, no hacer ruido, callar si hiciera falta. Pablo Casado nunca ha parecido preparado para Cayetana: él sabe moverse con sparrings como Teodoro García Egea, no como la doctorada en Oxford, a la que llamó para ejercer de espuela con temas duros. Pero como explicó Pere Oriol Costa en Vanity Fair, está por ver cuánto tiempos más será capaz de mantenerla en el partido.
Los asuntos que aborda la hispano-argentina son, además de duros, delicados –consentimiento, independentismo– y ella los defiende con extrema contundencia e intentando dar matices: mala mezcla en política, donde funciona mejor, da igual la ideología, el trazo grueso. Pastor, por su lado, representa lo institucional, es intocable, y aunque su mensaje no es muy distinto –están en el mismo partido–, la bendicen sus maneras. Su jefe la ha definido estos días como "una de las personalidades políticas más respetadas de nuestro país" y ya ha avanzado que la hará ministra si gobierna. Nada parecido ha declarado sobre Cayetana.
Una ‘outsider’ de partido
Cayetana no se entiende bien con el establishment: Con Soraya Saénz de Santamaría ya costaba verla en fotos, a pesar de que ambas ejercían, respectivamente y en la misma legislatura, de portavoz adjunta y portavoz del grupo popular en el Congreso. Algo parecido ocurre si alguien busca una foto suya con Pastor, muy afín a Rajoy, a quien Álvarez de Toledo dio duro en sus artículos en El Mundo. Por esa manera de ir a su aire –le costó algunas reprimendas pedir perdón a los catalanes por la ausencia del PP en esa tierra– le encajaba más el periodismo o su actividad en FAES, fuera de las jerarquías y los sacrificios que exige un partido. Pero ya estuvo en el PP, se fue, y volvió de nuevo.
Regresó este año, en un momento en que Casado era aznarista y renegaba del rajoyismo: “Messi es un crack. Nosotros tenemos a nuestra Messi, con el mismo acento, siendo la mejor y siendo la que más goles va a marcar en esto de la política”. Pero en la práctica, cuando vienen mal dadas, recurre a Pastor, incólume a pesar de llevar siete legislaturas a cuestas, aunque en la última fue presidenta del Congreso, cargo que da a quien lo ejerce un aura de mediador que no tiene Cayetana.
Lo que tienen en común ambas políticas es que ni una ni la otra marcan goles, medida incontestable y objetiva de la productividad de Messi y de cualquier futbolista. En política, nunca está claro qué estrategia acaba metiendo más votos en la urna, pero no hay más que ver cómo se desenvuelve Pastor para deducir lo que pensó Casado: que desde la oposición y las encuestas al alza en Galicia, el PP no está para penaltis y al menos la amiga de Rajoy no hace faltas en la área.
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