Quizás no sean los nombres que copan titulares en las revistas de moda pero Hillary Clinton, la senadora de Estados Unidos por Massachussets Elizabeth Warren, la CEO de PepsiCo Indra Nooyi y la extenista Billie Jean King–considerada una de las mejores deportistas de la historia–tienen dos cosas en común: la primera, ocupan puestos de poder, y la segunda, han hecho de las prendas de Nina McLemore su uniforme. Ambas cuestiones tienen mucho que ver, pues McLemore crea diseños para transmitir seguridad, liderazgo y autoridad. De ahí que Warren la escogiera para su participación en el debate demócrata de esta semana.
La misión de la diseñadora es ofrecer "colecciones de ropa para responder a las necesidades de profesionales senior y mujeres ejecutivas, así como mujeres activas en sus comunidades". Sus archiconocidas blazers de colores brillantes y corte impecable están pensadas para ellas.
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El vestuario de Jackie Kennedy o Margaret Tatcher–quien seguro que hoy vestiría de Nina McLemore–permanecerá siempre en el imaginario colectivo y como parte de la historia de la moda y mientras que se alaba el estilo de Michelle Obama o Bernardette Chirac, a Melania Trump sus decisiones estilísticas le han jugado malas pasadas e incluso varios diseñadores se negaron a vestirla cuando obtuvo el rol de primera dama. Cómo vistes importa y proyecta una imagen en los demás. "El primer mensaje que las mujeres deben aprender a una edad temprana es que si se toman en serio sus carreras, deben vestirse de cierta manera", asegura McLemore.
La diseñadora nacida en Mississipi, más estratega que creativa, vio un nicho de mercado tras estudiar económicas y obtener un Máster en Administración de Empresas (MBA) en la Universidad de Columbia. Entendió que el power dressing iniciado en la década de los ochenta consistía en traer prendas del vestuario masculino al femenino, como lo hicieron Giorgio Armani y St. John Knits, sin embargo, ella quería crear un uniforme propio para la mujer trabajadora y poderosa. Emplea telas de calidad y colores que no llevarían usualmente los hombres pero favorece la comodidad evitando las sisas altas y sus puños remangados permiten mayor libertad de movimientos.
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Su proceso creativo se basa en estudios, no organiza desfiles para llamar la atención de los medios y no regala su ropa a celebrities. Tampoco sus prendas alcanzan precios de lujo aunque sus clientas podrían permitírselo pero proyectan un mensaje de practicidad; no son mujeres que se preocupan en exceso por su ropa porque tienen otras prioridades pero sí cuidan su imagen. "Esencialmente, se trata de la imagen con la que te estás retratando tanto interna como externamente, no se trata solo de cómo te ven otras personas sino también de cómo te ves a ti misma", explicó a The Telegraph, y agrega que "también hay un impacto en tu capacidad cognitiva–así que la investigación muestra que la forma en que te vistes tiene un efecto definitivo".
"El reto está en que muchas de nuestras imágenes de liderazgo son masculinas. Creo que hay un fuerte sesgo inconsciente que asocia a los hombres con roles de liderazgo", opina la empresaria. "Las mujeres tienen que superarlo y proyectar una imagen de confianza y seguridad pero no demasiado fuertes porque, si eres demasiado fuerte, se te considera poco agradable", sentencia.
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