La familia real británica ha querido celebrar el 99º cumpleaños del duque de Edimburgo de una forma muy especial: con una imagen inédita de Isabel II y el príncipe Felipe en los jardines del castillo de Windsor. Como siempre, la imagen cuida hasta el más mínimo detalle y la reina lleva un estilismo tan llamativo como los que acostumbraba a llevar antes de la cuarentena, junto a una de las piezas más preciadas de su joyero.
Se trata del broche Cullinan V, que además de tener un significado y un origen emotivo, su forma de corazón lo convierte en la pieza perfecta para homenajear a su marido en el día de su cumpleaños. La pieza esta compuesta por varios diamantes, pero es el central el que se lleva la palma con 18,8 quilates. Además de su gran valor por sí mismo, el hecho de que perteneciera al diamante más grande jamás encontrado lo convierte en una gema más valiosa si cabe.
La piedra fue encontrada en la mina sudafricana perteneciente al pueblo de Cullinan, bautizado en honor a su propietario. En bruto pesaba más de 3.000 quilates, unos 600 gramos, unas cifras insólitas. Es por eso que también pasó a conocerse como Estrella del Sur, nombre que Julio Verne le da en su novela homónima al diamante con mayor talla del mundo.
De la colosal gema salieron hasta 105 diamantes más, como resultado de las órdenes de Eduardo VII de Inglaterra. El monarca decidió tallarlo tras recibirlo como gesto simbólico que pretendía cerrar la brecha entre Gran Bretaña y Sudáfrica después de las Guerras de los Bóeres, que sucedieron a finales del siglo XIX. Las gemas obtenidas fueron bautizadas según su peso de mayor a menor con los nombres de Cullinan I, Cullinan II, Cullinan III… Las dos primeras fueron a parar directamente a las joyas de la corona británica: Cullinan I al Centro de la Cruz y Cullinan II a la Corona del Estado Imperial –que se conserva en la Torre de Londres y se utiliza en las ceremonias de coronación–. Con los números III y IV de los diamantes se realizó un broche que fue entregado en 1910 a la reina consorte María de Teck, quien llamaba a las dos grandes piedras ‘chips’ (esquirlas). En el broche, la piedra IV cuelga de la III y la familia real británica lo llama en la actualidad ‘Granny’s Chips’ de forma cariñosa, que se podría traducir como ‘las patatas fritas de la abuela’.
Sin embargo, de todas las gemas que posee la corona británica, parece que la de Cullinan V es la favorita de la reina Isabel. Ha decidido lucirla en reiteradas ocasiones, incluida la boda de su nieta la princesa Eugenia de York con Jack Brooksbank e incluso lo ha llevado junto a Anna Wintour en su primera aparición en la Semana de la Moda de Londres. Lo curioso es que siempre lo combina con detalles de color azul celeste en su vestuario.
Isabel II también heredó este importante broche de su abuela paterna, la reina María de Teck. La pieza decorada con platino formó parte de las joyas que la consorte llevó a la asamblea de Delhi Durbar, una ceremonia celebrada para conmemorar la coronación de los reyes británicos como emperadores de la India. La celebración solo ha tenido lugar en tres ocasiones a lo largo de la historia y el único monarca que ha asistido fue Jorge V en 1911.
La última ocasión que Isabel ha lucido la joya ha sido para conmemorar el 99º cumpleaños de su marido, Felipe de Edimburgo, y lo ha combinado con un vestido floral en amarillo y azul de la diseñadora Angela Kelly. La imagen de la pareja fue tomada el pasado lunes en el castillo de Windsor, donde Isabel y Felipe pasan la cuarentena. Este 10 de junio, la reina y el príncipe celebrarán el cumpleaños del último con una romántica comida en pareja, a la espera de poder hacerlo más adelante con toda la familia.
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