Fue el año pasado cuando comenzó la caída en picado del duque de York como resultado de sus asociaciones con el convicto por pedofilia Jeffrey Epstein, y por la entrevista del “desastre” en BBC Newsnight en la que fracasó en su intento de limpiar su imagen. Con su madre en el trono a los 94 años,, y su padre a los 98 regresado de la jubilación para apoyar a los trabajadores, el game over a los 60 años del príncipe Andrés parece muy prematuro para el avergonzado duque, de quien a menudo se pensaba que era el hijo favorito de la reina.
El príncipe se retiró hace seis meses tras la entrevista en la BBC con Emily Maitlis , diciendo que retrocedía de la vida pública dentro de un futuro cercano, admitiendo que “las circunstancias relacionadas con mi asociación anterior con Jeffrey Epstein se han convertido en una interrupción importante para el trabajo de mi familia”. Ahora, según el Sunday Times, el príncipe Andrés no se unirá nuevamente a la realeza en escenarios públicos. Según se informa, los miembros de la realeza no parecen tener planes de revisar su posición, y se cree que la reina se ha resignado a la extracción permanente de la vida pública de su segundo hijo.
El príncipe Andrés parecía tener esperanzas de que su retirada fuera un asunto temporal y que con un poco de tiempo y un buen manejo de crisis de imagen, las cosas volverían a la normalidad por sí mismas. El duque recientemente ha tomado acción para mejorar su situación, contratando a Mark Gallagher, un relaciones públicas especialista en manejo y gestión de crisis, el cual trabajaría con su equipo legal para limpiar su nombre y rehabilitar su imagen. Fue fotografiado por última vez con Sarah, la duquesa de York, en el mes de mayo, empacando magdalenas en el Royal Lodge, la casa que comparten en Windsor, y entregando kits de cuidado en hospicio Thames.
El duque conserva sus comandos militares, incluido su rol como coronel de los Guardias Granaderos, que heredó del duque de Edimburgo en 2017. Según las fuentes, altos funcionarios militares han pedido que Andrés sea desligado de sus nombramientos honoríficos, diciendo que se ha convertido en una vergüenza para las fuerzas armadas.
Un golpe aún mayor llegaría poco después, tras conocerse que Andrés y Sarah Ferguson han sido demandados por una examiga por alrededor de seis millones de libras, a raíz del impago del alquiler de su chalet de esquí en el complejo suizo de Verbier. Aunque, por otro lado, se ha salvado de la humillación en lo referente al desfile de cumpleaños de la reina, el “Trooping the Colour”. Previo a su cancelación, ya se había decidido que el príncipe no participaría en la procesión este año, ya que se pronosticaba que su presencia traería un efecto perjudicial a la monarquía.
Artículo publicado originalmente en Tatler y traducido por Manuela Salazar. Acceda al original aquí.
El Sunday Times reportó que fuentes reales habían descrito a Andrés como un “rubor reventado”, cuya presencia es ahora tóxica. El príncipe Andrés ya renunció a la mayoría de sus compromisos de caridad, y muchos de sus patrocinios se retiraron y cortaron con vínculos después del embrollo de Newsnight.
El mismo diario concluye que con la salida del duque y la duquesa de Sussex de la vida real a principios de este año, y Andrés permanentemente en la sombra, la visión del príncipe de Gales para una monarquía racionalizada se ha venido materializando antes de lo previsto, y no exactamente como él la anticipó. El palacio de Buckingham confirmó que nada ha cambiado desde la declaración dada por el príncipe Andrés en noviembre.
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