Que Rocío Flores había perdido una cantidad de peso importante en ‘Supervivientes 2020’, era más que evidente. Ella misma, en una conversación con Ana María Aldón, reconocía sentirse más ligera. Haber notado ese cambio físico fruto de la exigencia del ‘reality’. La ropa le bailaba y tan solo quedaba por desvelar cuántos kilos exactos se ha quitado de encima la hija de Rocío Carrasco y Antonio David Flores.
Ayer llegó ese momento. La joven se subió a la báscula y esta marcaba casi 16 kilos (15,6, para ser exactos) menos que antes de su partida a Honduras. Nada más verlo, se llevaba las manos a la cabeza, porque sabe que, sobre todo, esta bajada es sinónimo de salud (algo que también advirtió José Antonio Avilés en su día, con 13 kilos perdidos).
Rocío, delante del espejo, decía no reconocerse, pero se veía guapa. Además, indicaba que en su pantalón «caben dos Rocíos». Así que, el reto que tiene ahora por delante es el de mantenerse y no recuperar lo que ha dejado atrás en Honduras. Porque ella misma ha reconocido que lo que peor ha llevado del concurso, ha sido no poder comer cuando, cuanto y lo que quería.
Esta no era la única gran sorpresa de la noche para ella. Su reencuentro fue de lo más especial e inesperado. Alguien que vive alejado del foco mediático como su novio, Manuel Bedmar, hacía el esfuerzo de ponerse delante de las cámaras por amor. Algo que ella no se imaginaba, pero que todos sabíamos que era lo que realmente necesitaba Rocío en este momento. Un soplo de fuerzas para afrontar la final de la que ya forma parte.
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