La primera serie del ‘streaming’ que levanta acta de la historia del feminismo estadounidense, ‘Mrs. America’, ha aprobado el test de la aceptación televisiva desde todos los puntos de vista: aceptables críticas, éxito de público, excelentes caracterizaciones e interpretaciones, ambientación fenomenal. Recordemos: la originalidad del relato descansa sobre todo en el personaje principal desde el que se narran aquellos maravillosos años 70. Se trata de la activista conservadora Phyllis Schlafly, la principal oponente a la ratificación de la Enmienda de Igualdad de Derechos (ERA), interpretada magníficamente por Cate Blanchett. Schlafly era la némesis de la que sigue siendo aún hoy la feminista más famosa en Estados Unidos, Gloria Steinem. Steinem, histórica fundadora de la revista «Ms.» (cuya fiesta de inauguración aparece en la serie), está interpretada en la serie por la actriz Rose Byrne, y el parecido está logradísimo.
Vista la serie y leídas las críticas, nos faltaba la opinión de una de las protagonistas vivas de esta historia, la mismísima Gloria Steinem, muy activa en el activismo feminista contrario a Donald Trump y en acontecimientos literarios (es escritora). Por fin, gracias a la versión online del festival literario Hay, hemos podido ver su conversación con la escritora Laura Bates, en la que salió, inevitablemente, el tema de la serie. Fue la propia escritora la que se refirió a ‘Mrs. America’ cuando le preguntaron sobre cómo relacionarse con mujeres que no son feministas y optan por perpetuar el sexismo. Su contestación no tiene precio. «Es importante preguntar que, aunque unas mujeres pueden llegar a ser un problema para otras, no tienen el poder suficiente como para ser el gran problema. Las mujeres pueden ser adversarias, pero no las peores adversarias», comenzó a explicar Steinem.
«Por ejemplo, esa serie tan buena que están emitiendo llamada ‘Mrs. America’ te da la impresión de que la razón por la que no se aprobó la ley de igualdad fue la oposición de Schalafly, que era una mujer muy religiosa y de derechas», continuó la feminista. «Sin embargo, no creo que su campaña en contra cambiara nada. De hecho, ocurrió en el último minuto. Sin embargo, la industria de los seguros se opuso en bloque, porque si dejaban de segregar por sexo, actualizar las pólizas les costaría millones de dólares. La serie hace ver que unas mujeres son el pero enemigo de otras mujeres, un enfoque que nos impide reconocer a quiénes son nuestros verdaderos enemigos. Ese es el problema de este show tan ridículo. No por los actores, sino por el sentido de la historia».
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