Descarga gratis el número de mayo de Vanity Fair aquí.
Dice la expresión popular que el vestido hace a la novia, pero en este caso el mágico efecto iba en los dos sentidos. Era 25 de septiembre de 1954 cuando la actriz belga apareció en la capilla privada de una iglesia del siglo XIII ubicada en un pequeño pueblo de Suiza luciendo un inolvidable traje de novia firmado por uno de los diseñadores más prestigiosos de la época.
https://youtube.com/watch?v=SWb1Si1KD9U%3Frel%3D0
Ese día, Audrey Hepburn, la intérprete de Hollywood más aclamada del momento contraía matrimonio con Mel Ferrer –con quien estaría casada 14 años y tuvo a su primer hijo– en una ceremonia íntima y de carácter protestante acompañada de sus amigos y familiares más cercanos. Hepburn, acostumbrada a lucir entre rodaje y rodaje piezas de grandes diseñadores, quiso sentirse como la protagonista de un cuento de hadas y confió ciegamente en el modista francés Pierre Balmain.
El vestido fue confeccionado en organza blanca de inspiración victoriana, falda voluminosa de corte midi tipo corola –la moda de la época–, y fajín anudado a la espalda con un gran lazo que caía. El cuerpo ceñido y abotonado con cuello alto y las mangas de gasa abullonadas creaban ese toque mágico de princesa de cuento. Un diseño atípico de las novias de por aquel entonces y que se ha convertido en una inspiración constante.
La simplicidad y elegancia que caracterizaba a Audrey la hizo prescindir del velo. A cambio lució una bonita corona de rosas blancas del jardín sobre su cabello y unos guantes largos a conjunto con el traje. Aunque la actriz volviese a vestirse de novia tanto en la vida real como para la gran pantalla, éste sería el primer vestido y el más especial que Audrey llevó a lo largo de su vida.
La fama llegó a las puertas de su casa gracias al éxito cinematográfico de Vacaciones de Roma y Sabrina estrenadas ese mismo año, el principio de una vida de cine con la que la belga pasaría a convertirse en un icono. Durante los primeros rodajes en los estudios hollywoodienses, Audrey se dejó llevar por la experiencia de la conocida diseñadora de vestuario Edith Head –quien cambió los parámetros de la moda– para brillar entre escena y escena.
Pero tiempo después, creó un estrecho lazo de amistad con otro de los grandes modistas de la Alta Costura, Hubert de Givenchy. Fue el encargado de enfundarla en maravillosos diseños a lo largo de su trayectoria profesional, como los que lució en la película Desayuno con Diamantes e incluso en su segunda boda en 1969 con el italiano Andrea Dotti en el ayuntamiento de Suiza, donde lució un minivestido de lana rosa estilo ‘babydoll’ y un pañuelo anudado a la cabeza.
En imágenes
El soberbio estilo de Wallis Simpson, la mujer que no pudo ser reina (así que se vistió como si lo fuera)
Fuente: Leer Artículo Completo