Pete Geracimo: el entrenador personal que ha conseguido la metamorfosis de Adele, desvela los secretos de su método

Ha pasado poco más de una semana desde que Adele sorprendiera con una imagen en la que no parecía ni ella. Lo cierto es que su bajada de peso ha sido paulatina y ha ido enseñando esos avances en los últimos meses, pero verla con 70 kilos menos a como la conocimos, cuando empezaba a labrarse un nombre en el olimpo de la música, era cuando menos impactante. Tanto, que hubo quien dudó de que fuera real.

Pero detrás de este cambio hay un hombre que ha dado la cara por ella. Por su esfuerzo. Por su trabajo. Por su constancia. Y que no ha tenido problemas en revelar esos pilares sobre los que se asienta el éxito de un método de trabajo que tiene como objetivo que su cliente sienta el empoderamiento a través de esa transformación física que interfiere, también, en lo mental.

Se llama Pete Geracimo y ha querido conceder una entrevista a ‘US Weekly’ para tratar los asuntos que acabamos de tratar por encima y para valorar, mucho, todo lo que Adele ha hecho para lograr un cambio que, seguramente, no estaba ni en los pronósticos de los más optimistas. Porque quitarse 70 kilos significa hacer muchos sacrificios y llevar un orden en los hábitos diarios más que significativo.

«En última instancia, se supone que el ejercicio mejora y complementa nuestras vidas diarias al facilitar las tareas cotidianas«, explica Geracimo, que pone el acento en el importancia de encontrar la actividad adecuada para cada cuerpo: «Creo que la selección de ejercicios debe adaptarse a la persona y no al revés. No tiene sentido obligar a alguien a hacer algo si no hay alegría en ello…«.

La selección de ejercicios debe adaptarse a la persona y no al revés»

«Quiero asegurarme de ofrecer el mejor programa de entrenamiento y nutrición posible que complemente el estilo de vida del paciente, que le plantee un desafío de manera efectiva y a la vez que le fortalezca y, sobre todo, que se divierta sobre en el proceso», explica sobre ese proceso que ha quedado más que demostrado en la figura de Adele, que es efectivo.

Pete es consciente de que debe ser el mejor motivador que nadie se imagine, porque un proceso como este comprende baches lógicos por los pequeños retrocesos que pueden darse, por eso manifiesta que «durante cualquier viaje de acondicionamiento físico, habrá altibajos. Es durante los momentos bajos cuando trabajo a toda marcha».

Defensa férrea ante los ataques

Unos días antes de revelar estos secretos sobre en qué se basan esos entrenamientos dirigidos bajo su batuta y ante la cantidad de críticas a la cantante, Geracimo dio la cara por ella en instagram con un texto en el que hacía ver a la gente que ese cambio no era para que esta pudiera ganar más dinero o más premios en las galas de la industria de la música, sino para lograr un objetivo de bienestar íntimo y personal.

«Como entrenador personal de Adele en Londres, es desalentador leer comentarios negativos y acusaciones de gordofobia que cuestionan la autenticidad de su increíble pérdida de peso», comenzaba Geracimo, continuando: «En mi experiencia personal de trabajar con ella y superar muchos altibajos, siempre fue al ritmo de su propio tambor. Nunca dejó que se socavara ese talento dado por Dios, de ninguna manera».

Cuando Adele y yo comenzamos este viaje , se trataba de covertirla en una mujer sana»

«¡Dejó que su increíble voz hablara o decidiera si quería cantar! Nunca fingió ser algo que no era. Lo que vieron era lo que había. ¡Y a todos nos ENCANTÓ!», ponía en valor las cualidades de la artista, añadiendo cómo fueron esos comienzos de trabajo y las metas que se marcacron: «Cuando Adele y yo comenzamos nuestro viaje juntos, nunca pensó en ponerse súper delgada. Se trataba de covertirla en una mujer sana. Especialmente después del embarazo y después de la cirugía».

Unas pinceladas de un texto lleno de orgullo en el que Geracimo demuestra esa parte por la que saca pecho en la entrevista: la de que es un auténtico motivador que, además, sabe ponerse en el lugar del otro y dar el valor que merece el trabajo de su cliente, aunque eso suponga restar brillo al suyo propio.

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