Las redes sociales y la sobreexposición de nuestra cotidianidad han permitido que cada vez más personas opinen sobre todo lo que hacemos. Pero la opinión ajena que recibimos sin haber pedido no es nueva: antes de internet, las críticas se hacían cara a cara.
Otra cosa que tampoco ha cambiado es el hecho de que las madres sean uno de los blancos más fáciles. Desde la distancia, es muy fácil opinar, pero nadie es perfecto; tampoco esas personas que creen que lo tienen todo bajo control.
Pero, a veces, las más críticas son aquellos que están cerca de ti como, por ejemplo, tu hermana. Kourtney Kardashian encontró en Khloé su mayor jueza cuando en una de las grabaciones para el reality familiar del que todos participan, Keeping Up with the Kardashians, la celebridad le pidió a Mason que pusiese la mesa, algo que el niño rechazó. “No tengo que hacerlo”, dijo, para sorpresa de su tía.
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El ambiente se caldeó aun más cuando Reign, de 4 años, le dijo a su madre. “Mamá, dame caramelos”, una expresión que en castellano puede resultar más sutil de lo que parece en inglés; un idioma en el que casi nunca se usa el imperativo. Así que Khloé le contestó: “No se dice dame, se dice… Mamá, por favor, ¿me puedes dar un caramelo”.
Después de la disparidad de opiniones entre hermanas, fueron los fans los que opinaron: algunos apoyaron a Khloé pero otros le pidieron a Kourtney que no hiciese caso de los comentarios de nadie y le recordaron que “los niños solo estaban siendo niños”.
En cualquier caso, resulta interesante preguntarse por qué Kourtney recibe a diario las críticas y los comentarios de familiares (y cientos de personas en todo el mundo) y sobre todo, si su exnovio y padre de sus hijos, Scott Disick, recibiría el mismo trato por parte de todos nosotros.
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